La Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE) pidió valorar la vida humana y llamó a cesar la violencia frente a la masacre en la Penitenciaría del Litoral en Guayaquil, que ha dejado 118 muertos.
En un comunicado este 3 de octubre, la CEE señaló que el país “llora la muerte de sus hijos” y lamentó que haya personas que aprueben o celebren la tragedia carcelaria, una de las peores en la historia de América Latina.
“No se sabe aún qué puede haber conducido a esta masacre; sin embargo, somos testigos de que mientras unos lloran amargamente la pérdida de sus seres queridos o la impotencia de no tener noticias de muchos de ellos, otros aprueban o celebran lo sucedido, sin tomar conciencia que la ‘injusticia en cualquier situación es una amenaza para la justicia’”, agregó.
Entre el 28 y 29 de septiembre, una masacre tuvo lugar en la Penitenciaría del Litoral en Guayaquil (Ecuador) que ha dejado, según datos de la defensoría del pueblo, “118 personas fallecidas, 86 heridas, de ellas seis de gravedad y 80 leves”.
La comandante general de la policía, Tannya Varela, informó que ese día las autoridades decomisaron tres pistolas, 435 municiones, 25 armas blancas y tres artefactos explosivos.
Además, el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, declaró el miércoles 29 de septiembre el estado de excepción en el sistema penitenciario nacional, con lo que suspendió sus derechos a los presos.
En su mensaje, los obispos indicaron que mientras se investigan las causas de esta masacre, como “creyentes en el Dios de la Vida” quieren alzar su voz para decir como “San Oscar Arnulfo Romero: ‘Cesen las muertes, callen las armas, deténgase este aparato de muerte que nos acosa”.
“Como Pastores de la Iglesia en Ecuador, deseamos hacer un llamado a los hombres y mujeres de buena voluntad a valorar la vida humana, a tomar conciencia de que el ser humano no es un objeto desechable o descartable, algo que se puede usar y botar”, remarcaron.
Los prelados señalaron que si se logra ser conscientes como sociedad de “la dignidad de la naturaleza humana” se podrá tener “la certeza de que el corazón de las personas e instituciones no puede corromperse”.
“Este llamado se extiende también a las autoridades que tienen la responsabilidad de buscar la paz social como base para el progreso económico”, subrayaron.
La CEE indicó que el alto número de fallecidos “es un precio muy grande para mantener un negocio de muerte y dejar impasible a una sociedad que se siente temerosa, acongojada e impotente; que corre el peligro de exigir más muertes pensando con ello en su seguridad individual”.
Además, resaltó que cada “existencia destruida es un campanazo a nuestras conciencias para reflexionar sobre qué mundo estamos construyendo, qué sociedad queremos: la de unos enfrentándonos a los otros o de la unidad en la búsqueda de un bien para todos, sin dejar a nadie en el camino”.
“De un modo particular, pedimos a quienes han participado en esta masacre que cesen la violencia y el mercado de la muerte; y que conviertan sus armas en arados y las balas en semillas de vida”, instaron los obispos.
Asimismo, indicaron su cercanía y solidaridad con los familiares de las víctimas y remarcaron su decisión de acompañarlos “moral y espiritualmente para que vivan estos momentos de duelo con fe y paz y puedan perdonar a quienes acabaron con sus existencias”.
Los prelados convocaron a los católicos y a todas las personas de buena voluntad a realizar jornadas de oración y reflexión “sobre el valor de la vida humana en todas sus expresiones” durante este mes de octubre y, de una manera especial, “el día de los difuntos, el próximo 2 de noviembre”.
“Queridos hermanos, les invitamos a construir una cultura de paz, basada en la justicia, el amor, la equidad y la solidaridad. ‘Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados Hijos de Dios’ (Mt 5, 9)”, concluyeron.
El Papa Francisco también lamentó la masacre en la cárcel de Guayaquil y señaló, al finalizar el rezo del Ángelus el domingo 3, que le “entristece mucho” el reciente “terrible brote de violencia”.
“Rezo por ellos y por sus familias. Que Dios nos ayude a curar las heridas del crimen que esclaviza a los más pobres. Y ayudar a los que trabajan cada día para que la vida en la cárcel sea más humana”, advirtió el Santo Padre.
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