Cardenal pide no convertir el Sínodo de los Obispos “en un debate político”

El Cardenal Jean-Claude Hollerich, Relator General del Sínodo, pidió no convertir el Sínodo de los Obispos “en un debate político”.

El Cardenal hizo esta petición este sábado 9 de octubre en el Aula Nueva del Sínodo del Vaticano durante la jornada de reflexión previa a la apertura de los trabajos del proceso sinodal que se inaugurará solemnemente mañana domingo 10 de octubre con una Misa presidida por el Papa Francisco en la Basílica de San Pedro del Vaticano.

El Cardenal Hollerich pidió a los Obispos que se comprometan y recen “por una verdadera comunión”, porque “la comunión con Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos abre a la comunión de la Iglesia. La comunión con Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, evitará que convirtamos el Sínodo en un debate político en el que cada uno luche por su propia agenda”.

Señaló que el Sínodo de los Obispos, que concluirá en la Asamblea General de octubre de 2023 con el tema “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, es una oportunidad para “ver la Iglesia jerárquica en funcionamiento”.

“También podemos ver aquí una garantía de catolicidad, es decir, de la universalidad del Sínodo, una garantía de que no estamos en camino sólo con un grupo de amigos que piensan como yo”.

Insistió en que “la comunión es la garantía de la participación y la participación universal”. Por el contrario, “la comunión sin misión no durará en el tiempo. Como Cristo Jesús es enviado por su Padre, nosotros somos enviados. Antes de comenzar nuestra misión, debemos estar seguros del tiempo y del espacio que nos son comunes”.

En ese sentido, explicó que “vamos a vivir un momento de discernimiento en espiral: desde una pequeña comunidad hasta el momento sinodal global, pasando por diferentes etapas en el espacio y el tiempo, un paso de un "yo" a un "nosotros" cada vez mayor. El discernimiento personal se expande en el discernimiento comunitario y acabará convirtiéndose en un verdadero discernimiento eclesial”.

Por ello, subrayó que “tenemos ante nosotros un deber de discernimiento; tenemos que elegir las piezas adecuadas una tras otra, en un orden determinado, con la participación de todos”.

“Es un gigantesco rompecabezas en el que todos pueden participar, especialmente los más pobres, los que no tienen voz, los que están en la periferia. Si excluimos a cualquier jugador, el rompecabezas no estará completo. Es el Espíritu Santo el que inspira nuestras intervenciones y nos lleva a completarlas”, hizo hincapié.

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