La Arquidiócesis de Managua (Nicaragua) compartió una oración especial para que los fieles puedan unirse este 15 de agosto a la renovación de la consagración del país al Inmaculado Corazón de María.
En un comunicado el 11 de junio, la Conferencia Episcopal de Nicaragua animó a los fieles a rezar el Rosario y renovar la consagración al Inmaculado Corazón de María, pues la Virgen “creyó firmemente en su Hijo Jesús y Ella fue la primera en ser renovada para la causa del Reino”.
“Mirémosla y dejémonos impactar por su mirada maternal. Recemos diariamente el santo Rosario por el fin de la pandemia, la conversión y la paz de Nicaragua”, pidió.
Además, instó a que “durante la solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora”, el 15 de agosto, se realice la oración “que se hizo en la primera consagración de Nicaragua a María”.
“Esta Consagración a la Santísima Virgen María, hagámosla en atenta escucha a la Palabra de Dios y a su cumplimiento”, concluyó.
Por ello, la Arquidiócesis de Managua brindó la oración para que los fieles puedan acercar sus corazones a la Virgen y pedirle por la difícil situación que atraviesa Nicaragua, y por todas las necesidades particulares.
Oración de consagración al Corazón Inmaculado de María
¡Santísima Virgen María, Reina y Madre de Misericordia, que en tus entrañas maternas engendraste a Jesús, el rostro humano de la misericordia de Dios!
A ti, Virgen Purísima, a tus manos maternales y a tu corazón inmaculado, consagramos nuestro país. A ti Madre Santísima consagramos nuestras familias, nuestras comunidades y nuestras instituciones. Que Nicaragua, tu pueblo amado, sea capaz de encontrar caminos de tolerancia y de comunión, de fraternidad y de paz.
Que los nicaragüenses podamos construir un futuro digno para todos, en donde la diversidad sea una riqueza y en donde podamos construir la paz como fruto de la justicia. Guarda amorosamente en tu corazón de Madre a este pueblo que hoy te invoca con gran confianza.
¡Reina y Madre de misericordia! Intercede por la Iglesia, la comunidad de tu hijo Jesús, de la cual eres ícono purísimo “para que ella nunca se encierre ni se detenga en su pasión por instaurar el Reino” (EG, 288), para que la Iglesia sea una casa de misericordia para todo nuestro país, casa de comunión, de libertad, de alegría, de esperanza.
Ayúdanos a ser testimonio de comunión de servicio, de fe ardiente y generosa, de justicia y amor a los pobres, para que el Evangelio llegue a todos los rincones de nuestra patria y ninguna periferia se prive de su luz (cf. EG 288). ¡Escúchanos, Madre de Misericordia!
¡Santísima Virgen María, Madre Nuestra, a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas! Madre Purísima, creemos que un día, cuando tu hijo Resucitado haga nuevas todas las cosas, y no habrá más muerte ni llanto ni dolor, pues Dios, secará las lágrimas de todos los ojos (Ap 21,4).
A ti, Purísima Señora, consagramos nuestra patria, Nicaragua, en estos momentos de incertidumbre. Toma a Nicaragua entre tus manos y acógenos en tu corazón. Ayúdanos a saber dialogar entre nosotros, a luchar por la dignidad de todos los seres humanos, a no dejar de tener hambre y sed de justicia, a ser hombres y mujeres tolerantes y constructores de paz. Madre de Misericordia, “muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre”. Ayúdanos a conocerlo, para que como Él, también nosotros pasemos por todas partes haciendo el bien. Muéstranos a Jesús para buscar siempre, como Él, el bien de las personas, ser sensibles al sufrimiento de la gente, mirar el dolor de los demás, conmovernos y auxiliarnos con misericordia. Hoy más que nunca, Santísima Virgen María, tenemos necesidad de que nos muestres a Jesús, “fruto bendito de tu vientre·
Santísima Virgen María, acógenos en tu regazo. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
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