El Papa Francisco destacó el modo en que San Pablo se comportaba ante los problemas que surgían dentro de la comunidad cristiana, sin detenerse en la superficie, “como a menudo tenemos la tentación”.
Durante la Audiencia General que celebró este miércoles 30 de junio en el patio de San Dámaso del Palacio Apostólico, el Pontífice aseguró que esa actitud del apóstol, de seguir el camino más arduo, “nos indica también a nosotros cómo comportarnos cuando se crean conflictos dentro de la comunidad”.
El Papa Francisco reflexionó en su catequesis sobre la Carta a los Gálatas donde el apóstol Pablo “no deja de señalar su preocupación para que los gálatas sigan el camino correcto: es la preocupación de un padre, que generó las comunidades en la fe”.
“Su intención es muy clara: es necesario reafirmar la novedad del Evangelio, que los gálatas han recibido de su predicación, para construir la verdadera identidad sobre la que fundar la propia existencia”, explicó el Santo Padre.
El apóstol, continuó Francisco, “nos indica también a nosotros cómo comportarnos cuando se crean conflictos dentro de la comunidad”.
En la Carta a los Gálatas “el núcleo de la controversia suscitada es el de la circuncisión, por tanto, de la principal tradición judía”.
Pablo, en su carta, “no se detiene en la superficie de los problemas, como a menudo tenemos la tentación para encontrar en seguida una solución que ilusiona para poner a todos de acuerdo con un compromiso”.
Por el contrario, “no funciona así con el Evangelio y el Apóstol ha elegido seguir el camino más arduo”.
En primer lugar, “Pablo se siente en el deber de recordar a los gálatas que es un verdadero apóstol no por mérito propio, sino por la llamada de Dios. Él mismo cuenta la historia de su vocación y conversión, que coincide con la aparición de Cristo Resucitado durante el viaje hacia Damasco”.
De hecho, “Pablo osa afirmar que él en el judaísmo superaba a todos”. Incluso, “en dos ocasiones destaca que había sido un defensor de las ‘tradiciones de los padres’ y un ‘convencido defensor de la ley»’”.
Por un lado, “insiste al subrayar que había perseguido ferozmente a la Iglesia”, por otro, “evidencia la misericordia de Dios con él, que le lleva a vivir una transformación radical, bien conocida por todos”.
“Pablo evidencia así la verdad de su vocación a través del impresionante contraste que se había creado en su vida: de perseguidor de los cristianos porque no observaban las tradiciones y la ley, había sido llamado a convertirse en apóstol para anunciar el Evangelio de Jesucristo”.
“Es como si quisiera decir a los gálatas que él podría ser de todo menos apóstol. Había sido educado desde niño para ser un irreprensible observador de la ley mosaica, y las circunstancias le habían llevado a combatir los discípulos de Cristo. Sin embargo, sucedió algo inesperado: Dios, con su gracia, le había revelado a su Hijo muerto y resucitado, para que él se convirtiera en anunciador en medio de los paganos”.
El Papa Francisco invitó a los cristianos a hacer como Pablo y no “olvidar nunca el tiempo y la forma en la que Dios ha entrado en nuestra vida: tener fijo en el corazón y en la mente ese encuentro con la gracia, cuando Dios ha cambiado nuestra existencia”.
Porque “no hay nada casual, porque todo ha sido preparado en el diseño de Dios. Él teje nuestra historia y, si nosotros correspondemos con confianza a su plan de salvación, nos damos cuenta”.
El Papa Francisco concluyó su catequesis afirmando que “la llamada conlleva siempre una misión a la que estamos destinados; por esto se nos pide que nos preparemos con seriedad, sabiendo que es Dios mismo quien nos envía y nos sostiene con su gracia”.
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