Una vez más la policía china en la provincia de Hebei arrestó el 28 de marzo a Mons. Agostino Cui Tai, Obispo de Xuanhua, junto a su Vicario Episcopal, P. Zhang Jianlin.
Según informa Asia News, no se conoce la razón del arresto ni cuánto tiempo durará la detención del Prelado clandestino o “subterráneo”, es decir fiel a la Santa Sede.
En los últimos meses, indica la citada agencia, el Obispo ha tenido que luchar para hacer prevalecer su autoridad episcopal, reconocida por el Vaticano, contra un sacerdote, el P. Zhang Li, que lo acusa de no seguir las instrucciones de la Santa Sede.
Según el sacerdote, el Acuerdo Provisional para el nombramiento de obispos, firmado entre China y el Vaticano, establece el fin de la Iglesia clandestina o subterránea y, de ahora en adelante, todos los fieles y los obispos deberían hacer parte de la Iglesia oficial liderada por la Asociación Patriótica Católica China, controlada por el Gobierno comunista.
Con el apoyo del Gobierno local, el P. Zhang Li ya había alentado a la policía a arrestar al Obispo, que hace unos meses ordenó al presbítero ejercer el sacerdocio.
En esa ocasión la policía detuvo a Mons. Agostino durante 15 días, presionándolo para que anule el mandato dictado contra el P. Li.
La prohibición contra el presbítero también fue emitida porque este promueve un grupo pentecostal liderado por un pastor protestante, que inventaría milagros para “exagerar” los efectos de la oración.
Según algunos sacerdotes locales, el nuevo arresto de Mons. Cui Tai fue porque se “expuso” revelando públicamente su identidad episcopal; algo ilegal pese a estar reconocido por la Santa Sede pero no por el gobierno.
Según Asia News, los fieles y sacerdotes de la diócesis piden rezar para que Mons. Cui Tai y su vicario “vuelvan sanos y salvos lo más pronto posible”.
Desde 2007 el Obispo ha sido detenido varias veces de forma ilegal. En otras ocasiones lo han confinado al arrestado domiciliario.
La Diócesis de Xuanhua fue erigida a finales de 1946, pero en 1980 el Gobierno comunista creó la diócesis “oficial” de Zhangjiakou, a la que anexó las de Xuanhua y Xiwanzi.
La diócesis “oficial” de Zhangjiakou no está reconocida por el Vaticano.
Tras el Acuerdo Provisional firmado por China y el Vaticano para el nombramiento de obispos, la Asociación Patriótica Católica China ha incrementado su control y persecución contra las comunidades clandestinas o subterráneas.
El Acuerdo Provisional
El 22 de septiembre de 2018 el Vaticano anunció la firma del Acuerdo Provisional con China para el nombramiento de obispos.
Gracias al acuerdo, dos obispos chinos participaron en el Sínodo de los Jóvenes que se realizó en el Vaticano hasta el 28 de octubre de 2018. Los prelados aprovecharon la oportunidad para invitar al Papa Francisco a visitar China.
Algunos han expresado su oposición al acuerdo, como el Obispo Emérito de Hong Kong, el Cardenal Joseph Zen Ze kiun, quien en un artículo publicado en el New York Times el 24 de octubre escribió: “A los obispos y sacerdotes clandestinos (fieles) de China solo puedo decirles esto: por favor, no comiencen una revolución. ¿Ellos (las autoridades) toman sus iglesias? ¿Ya no pueden celebrar? Vayan a casa y recen con sus familias (…) Esperen mejores tiempos. Vuelvan a las catacumbas. El comunismo no es eterno”.
En el vuelo de regreso de su viaje a Letonia, Lituania y Estonia a fines de septiembre de 2018, el Papa Francisco dijo a los periodistas: “Yo soy el responsable” del acuerdo.
Sobre los obispos que no estaban en comunión con la Iglesia hasta antes del acuerdo, como Mons. Guo Jincai que participó del Sínodo, Francisco dijo que “han sido estudiados caso por caso. Por cada obispo han llegado al final los expedientes de cada uno a mi escritorio y he sido yo el responsable de firmar cada caso”.
Sobre el acuerdo, Francisco precisó que “la cosa se hace en diálogo, pero nombra Roma, nombra el Papa. Esto es claro. Y rezamos por los sufrimientos de algunos que no entienden o que tienen en sus espaldas muchos años de clandestinidad”.
El 26 de septiembre el Pontífice dirigió un mensaje a los católicos de China y a la Iglesia universal en el que solicitó “gestos concretos y visibles” a los obispos a quienes levantó la excomunión.
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