El Cardenal italiano Mauro Piacenza, Penitenciario Mayor de la Iglesia, explicó cómo se puede afrontar el mal que también abunda en Internet, durante la inauguración del XXX Curso de Fuero Interno que se realiza esta semana en el Vaticano.
Un diagnóstico del mal
“El hombre de todo tiempo percibe la experiencia del mal en torno a sí mismo y del mal en sí mismo. En estos últimos 50 años, con un acento en los últimos 20, por primera vez la humanidad entera vive una experiencia nunca afrontada antes: la de la amplificación del mal a través de los medios de comunicación, primero con la televisión y luego con Internet”, explicó el Cardenal en la conferencia titulada “La ecología del alma” que pronunció el 25 de marzo en el Palacio de la Cancillería en el Vaticano.
“Podemos decir que, por primera vez, la humanidad se encuentra ante la experiencia del ‘mal universal’ para el cual no está preparada, para el cual no ha sido creada y que, teológicamente hablando, solo Nuestro Señor Jesucristo ha podido probar y portar sobre la cruz”.
Hoy, por ejemplo, “navegando media hora en Internet se puede recibir más mal que el que se puede recibir en una existencia entera”, lamentó. Sin embargo precisó que no está “demonizando” Internet, que también puede tener elementos buenos, y resaltó que “solo el cristianismo, todavía hoy, ofrece una respuesta exhaustiva al misterio del mal en el mundo, no tanto a través de una explicación racional, sino más a través de la libre acción de parte de Dios hecho hombre”.
Entonces, continuó, todos los católicos deben ser conscientes que “sin Cristo y sin su Resurrección, el misterio del mal en el mundo no encontraría una solución, en vez de eso podría hacerse cada vez más ‘grave’, llegando a sofocar la misma existencia de los hombres”.
El mal, dijo luego, puede verse “en el trabajo, en los colegios, en las familias, en la violencia contra los más débiles como los niños, las mujeres y los ancianos, en quienes juegan con la vida llegando a suprimirla o manipularla”.
Ante el mal puede haber dos actitudes: “Está quien vive una sustancial resistencia al mal trabajando a todo nivel para disminuirlo, alejarlo y sanar las heridas; y por otro lado está quien tiende a acostumbrarse al mal incrementando así su difusión y fuerza. Es claro que la primera actitud es muy distinta a la segunda, es meritoria y debe alentarse”. En cuanto a la segunda “es una actitud profundamente pecaminosa que debe corregirse y evitarse”.
El Cardenal Piacenza subrayó que “la experiencia del mal en el hombre tiene un nombre preciso, tal vez pasado de moda, poco usado, pero absolutamente claro e inequívoco: se llama ‘pecado’. No sorprende que ahora el pecado sea totalmente marginado de la vida y del lenguaje común”.
“De hecho, para que haya sentido de pecado es indispensable que haya sentido de lo sagrado, y que además sea clara, presente y reconocida la existencia de Dios”, afirmó el Purpurado.
¿Cómo afrontar el mal?
El Cardenal indicó que ante el mal es necesario recordar que la victoria ya la obtuvo Jesucristo con su Pasión, Muerte y Resurrección. “Solo Cristo, crucificado y resucitado, Cordero inmolado por nosotros y nuestra salvación, vence definitiva y universalmente al pecado. La batalla contra el pecado ya fue ganada por Cristo”, subrayó.
Por esta razón es siempre necesario tener claro que “el único modo –repito, el único– para edificar un mundo mejor, para realizar una ecología integral del hombre, partiendo de la ecología del alma, está en edificar la Iglesia. Edificar cotidiana, constante y humildemente el Reino de Dios en la tierra. Sí, ¡Edificar la Iglesia para edificar el mundo!”.
“En ese sentido el sacramento de la Reconciliación es la única verdadera ecología del alma capaz de poner en contacto el alma creada del pecador con el divino Creador misericordioso”, resaltó.
De hecho, “en el sacramento de la Reconciliación no solo son perdonados y destruidos nuestros pecados, sino que el alma creada en el instante de nuestra concepción es recreada, restablecida en su inocencia bautismal, se le vuelve a donar esa ‘ecología plena’, esa limpieza y racionalidad auténtica que les son propias. Sin el pecado el alma es la verdadera impronta del Dios Trinitario, sobre todo en las facultades de la inteligencia, la libertad y la voluntad”.
Con el sacramento de la Confesión, explicó el Penitenciario Mayor, “el alma ya no está condenada al propio error, ya no es esclava del sentido psicológico de culpa ni está sola en la propia incoherencia, fuente de condena y auto-condena. El alma perdonada es un alma radicalmente en relación, primero con Dios y por ello luego en nueva relación con la comunidad de la Iglesia y de los hombres”.
En tal sentido, dijo el Cardenal a los sacerdotes asistentes al curso de fuero interno, “cada absolución o perdón sacramental constituye la más grande contribución que se puede dar a la ecología humana, a la ecología del alma, y a través de ello a la ecología del mundo y el universo”.
“¿Quieren ser de verdad sacerdotes modernos y ecologistas?”, cuestionó el Purpurado. “¡Estén más tiempo en el confesionario!”, respondió.
Los sacerdotes, indicó el Penitenciario, “somos ministros de Cristo, llamados a ser partícipes de su misma vida, totalmente con Él partícipes y siervos de su acción salvífica ante el mundo”.
Prescindiendo de esto, precisó el Cardenal, “se pierde el sentido mismo de la consagración sacerdotal. El poder que se nos ha conferido de absolver los pecados no nos viene del pueblo y su necesidad, sino de Dios mismo y de Jesucristo Nuestro Señor”.
En este camino, dijo el Cardenal Piacenza, “nos precede y nos acompaña la Santa Virgen María, criatura inmaculada en la que, en vistas a los méritos de Cristo, el mal nunca tuvo el más mínimo poder”.
“Que ella nos sostenga, Madre de la Misericordia y Reina de las Victorias, en esta lucha incansable contra el pecado, raíz de todo mal”, concluyó.
24 horas para el Señor
Este viernes 29 y sábado 30 de marzo en la Iglesia en todo el mundo se celebra la iniciativa “24 horas para el Señor”, alentada por el Papa Francisco y promovida por el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización.
Esta iniciativa del Papa en Cuaresma busca que los fieles tengan una experiencia intensa de Dios en la que participen de la Adoración Eucarística, una vigilia penitencial y luego se confiesen.
En el Vaticano el Santo Padre celebra este viernes una liturgia penitencial en la Basílica de San Pedro.
Para encontrar un subsidio con material y con un modelo de liturgia puede ingresar AQUÍ.
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