El Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, dio esperanza a los católicos tras afirmar que Dios nunca abandona a su Iglesia a pesar de los escándalos en su interior y de la crisis moral que atraviesa el mundo occidental.
“Hoy todo es oscuro, difícil, pero independientemente de las dificultades por las que pasemos, solo hay una persona que puede venir a rescatarnos. Es la resurrección del Hijo de Dios que da esperanza en la oscuridad”, dijo el Cardenal Sarah en una extensa entrevista concedida al semanario francés Valeurs actuelles el 27 de marzo, en la que también defendió la primacía papal, el celibato sacerdotal y la importancia de la unidad cristiana.
Sarah enfatizó que la “gran misión divina” de la Iglesia es “llevar a los hombres a Cristo, que es nuestra esperanza”.
El Cardenal Sarah escribió un nuevo libro con Nicolas Diat sobre la “profunda crisis espiritual, moral y política en el mundo contemporáneo”, el cual ha sido publicado en francés y lleva por título: “Se acerca la noche y ya está cayendo el día”.
El título del libro fue tomado de una línea del Evangelio de Lucas, en el que Cristo resucitado se encuentra con sus discípulos en el camino a Emaús: “Quédate con nosotros, Señor, se acerca la noche y ya está cayendo el día”.
Al articular la confusión moral que afecta a las sociedades occidentales, el Cardenal también señaló la providencia de Dios al proporcionar pontífices que dirigen a la Iglesia en tiempos difíciles.
“Dios vio que el mundo se estaba hundiendo en una confusión fatal. Para prepararnos para esta situación, Dios nos ha dado papas sólidos”, explicó el Cardenal Sarah. Luego, enumeró los dones particulares que los últimos cuatro pontífices dieron a la Iglesia.
Dios “nos dio a Pablo VI, quien defendió la vida y el amor verdadero, a pesar de una oposición muy fuerte con la encíclica Humanae Vitae”, dijo el Purpurado.
Dios nos dio a Juan Pablo II, cuya vida misma “era un Evangelio viviente”, y enseñó que la unión de la fe y la razón son una “luz que guía al mundo hacia una verdadera visión del hombre”.
Mientras que Benedicto XVI dio un regalo al mundo enseñando con “claridad, profundidad y precisión sin paralelo”.
“Hoy, Él nos da a Francisco, que literalmente quiere salvar el humanismo cristiano. Dios nunca abandona a su Iglesia”, aseguró el Cardenal Sarah.
Cuando se le preguntó acerca de la sinodalidad, dijo: “Cristo fundó una Iglesia cuyo modo de gobierno es jerárquico. La primera persona a cargo de la Iglesia es el Papa. La primera persona a cargo de la Iglesia local es el obispo en su diócesis y no la conferencia episcopal, que es útil para intercambiar (puntos de vista), no para imponer una dirección”.
El Cardenal también advirtió que las contradicciones entre las diferentes conferencias de obispos sobre enseñanzas morales no sirven a la unidad y la fe católicas.
“Una conferencia episcopal no tiene autoridad legal o competencia en el campo de la doctrina”, señaló.
Luego, recordó a grandes obispos de la historia como San Ambrosio y San Agustín, que “no pasaron su tiempo en reuniones, comisiones y viajes constantes”, porque un “obispo debe estar con su gente, enseñar a su gente, amar a su gente”.
“La verdadera reforma tiene que ver con nuestra propia conversión. Si no nos cambiamos a nosotros mismos, todas las reformas estructurales serán inútiles. Laicos, sacerdotes, cardenales, todos debemos regresar a Dios”, agregó el Cardenal Sarah.
Más adelante, destacó las vidas de San Francisco de Asís y Santa Teresa de Calcuta, como ejemplos de reforma, que “transformaron la Iglesia al vivir el Evangelio de manera radical”.
El Purpurado dijo que la responsabilidad principal por el colapso de la fe en Occidente “debe ser asumida por los sacerdotes”. En ese contexto, recordó las décadas en que, según él, los confesionarios estaban vacíos, la liturgia se desacralizó y la doctrina no se enseñaba en las universidades y seminarios católicos.
“Claramente, hay una gran mayoría de sacerdotes que permanecen fieles a su misión de enseñar, la santificación y el gobierno. Pero también hay un pequeño número que cede a la tentación mórbida y villana de alinear a la Iglesia con los valores de las sociedades occidentales de hoy”, dijo el Cardenal Sarah.
El Cardenal Sarah defendió el celibato en el sacerdocio, calificándolo como una de las “mayores riquezas de la Iglesia”.
“El abandono del celibato agravaría aún más la crisis de la Iglesia y disminuiría la posición del sacerdote, quien está llamado a ser no solo otro Cristo, sino un Cristo pobre, humilde y soltero”, acotó.
Finalmente, el Cardenal también enfatizó la importancia de una comunidad unida para enfrentar los desafíos del mundo secularizado, que a menudo se opone al “camino de Cristo”.
“De ahora en adelante, para defender nuestra creencia, para ser sólidos, debemos apoyarnos unos a otros en la fe, caminar como una comunidad unida alrededor de Cristo”, concluyó.
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