El Papa Francisco defendió la plena actualidad del sacramento de la Confesión, aunque reconoció “una cierta dificultad del hombre contemporáneo” a la hora de acudir a ella. Sin embargo, destacó los esfuerzos de los sacerdotes, “recién ordenados y a punto de serlo”, de ofrecer un servicio eficaz al servicio de la Misericordia divina.
Durante la audiencia concedida este viernes 29 de marzo a los participantes en el Curso sobre el Foro Interno, promovido por el Tribunal de la Penitenciaría Apostólica, que se ha celebrado en Roma desde el 25 de marzo hasta hoy, el Santo Padre destacó que “la importancia del ‘ministerio de misericordia’ justifica, requiere y casi siempre nos impone una formación adecuada, para que el encuentro con los fieles que piden el perdón de Dios sea siempre un verdadero encuentro de salvación, en el cual el abrazo del Señor se perciba en toda su fuerza, capaz de cambiar, convertir, sanar y perdonar”.
“Jesús vino a salvarnos, revelándonos el rostro misericordioso de Dios y acercándonos a Él con su sacrificio de amor. De ahí que siempre debamos recordar que el Sacramento de la Reconciliación es un verdadero y propio camino de santificación; es la señal efectiva que Jesús dejó a la Iglesia para que la puerta de la casa del Padre estuviera siempre abierta y para que así fuera siempre posible el regreso de los hombres a Él”, explicó.
En este sentido, subrayó que “la confesión sacramental es el camino de la santificación tanto para el penitente como para el confesor. Y vosotros, queridos jóvenes confesores, lo experimentaréis pronto”.
Para el penitente, “es claramente un camino de santificación, porque, como se subrayó repetidamente durante el reciente Jubileo de la Misericordia, la absolución sacramental, celebrada válidamente, restablece la inocencia bautismal, la comunión plena con Dios. Esa comunión que Dios nunca interrumpe con el hombre, pero de la que el hombre a veces escapa al usar mal el estupendo don de la libertad”.
Insistió también en que “como confesores, tenemos el privilegio de contemplar constantemente los ‘milagros’ de las conversiones. Siempre debemos reconocer la poderosa acción de la gracia, que es capaz de transformar el corazón de piedra en corazón de carne, de transforma a un pecador que huyó lejos en un hijo arrepentido que regresa a la casa de su padre”.
Por esa razón, “la Penitenciaría, con este Curso en el Foro interno, ofrece un importante servicio eclesial, favoreciendo la formación necesaria para una celebración correcta y eficaz del sacramento de la Reconciliación, presupuesto indispensable para que sea fructuoso. Y esto porque cada Confesión es siempre un paso nuevo y definitivo hacia una santificación más perfecta; un abrazo tierno, lleno de misericordia, que contribuye a dilatar el Reino de Dios, Reino de amor, de verdad y de paz”.
“La Reconciliación, en sí misma, es un bien que la sabiduría de la Iglesia ha salvaguardado siempre con toda su fuerza moral y jurídica con el sello sacramental. Aunque este hecho no sea siempre entendido por la mentalidad moderna, es indispensable para la santidad del sacramento y para la libertad de conciencia del penitente, que debe estar seguro, en cualquier momento, de que el coloquio sacramental permanecerá en el secreto del confesionario, entre su conciencia que se abre a la gracia y Dios, con la mediación necesaria del sacerdote”.
El Papa concluyó: “El sello sacramental es indispensable y ningún poder humano tiene jurisdicción, ni puede reclamarla, sobre él”.
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