A diferencia del muro anunciado por el Gobierno de Estados Unidos para su frontera con México, al sur de este país existiría uno “humano” y “militarizado” que persigue a los migrantes que llegan de Centroamérica.
Así lo describen las organizaciones católicas que llevan asistencia a los migrantes y refugiados que huyen de la violencia y la pobreza, con la esperanza de un futuro mejor.
De acuerdo a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), alrededor de 450 mil personas cruzan cada año la frontera de Guatemala con México para pedir asilo o intentar llegar a Estados Unidos.
En su trayecto, intentando evitar a las autoridades, los migrantes cruzan bosques, ríos, lagos, caminan por muchas horas o hasta días y se montan en el tren de carga conocido como “La Bestia”. Durante el viaje muchos sufren robos, graves accidentes, violaciones o son asesinados.
Migrantes al pie del tren de carga, al que se suben para cruzar México de sur a norte. Foto: Cortesía CRS.
El P. César Augusto Cañaveral Pérez, coordinador de la dimensión pastoral de la movilidad humana en la Diócesis de Tapachula, asegura que el trabajo de la Iglesia en la región se remonta a varias décadas atrás, cuando Centroamérica se encontraba convulsionada por las guerrillas.
Tapachula, al extremo sur del estado de Chiapas, se encuentra a poco más de 15 kilómetros de la frontera con Guatemala.
“La diócesis ya lleva varios años, tal vez desde los ‘80”, atendiendo a los migrantes en la región, asegura el P. Cañaveral a ACI Prensa.
“Se empezó a dar atención a los refugiados en el tiempo de la guerrilla. Desde ahí la Iglesia empezó a apoyar y se han abierto casas para migrantes”, dijo.
Pero en los últimos años se realiza un trabajo “mucho más integral”, con acciones humanitarias y de apoyo a los refugiados y a los solicitantes de refugio, en especial a los que llegan de Honduras, El Salvador y Guatemala. También a “familias asentadas que se han quedado aquí en toda la franja fronteriza”, añadió.
Sin embargo, el P. Cañaveral lamentó que actualmente el sur de México sea “una frontera olvidada”.
Además indicó que los migrantes enfrentan riesgos muy altos al entrar a México. “La vulnerabilidad los hace propensos a ser víctimas de trata o ser perseguidos por los tres niveles de gobierno”, el federal, el estatal y el municipal.
“Una frontera militarizada”
En sus declaraciones a ACI Prensa, el sacerdote mexicano criticó que el sur de México sea “una frontera militarizada”, en la cual “es mucho más fácil que pase la droga, el narcotráfico” y no las personas que huyen por alguna necesidad.
Además está la presencia de delincuentes y pandillas como la “Mara Salvatrucha”.
“Y quienes son víctimas son los propios migrantes”, lamentó.
El P. Cañaveral también indicó que cada vez son menos los migrantes que buscan llegar hasta Estados Unidos, pues muchos prefieren cruzar la frontera y quedarse en México. “Por lo menos ya salvaron su vida, ya salieron de donde están y se quedan acá”, dijo.
Por su parte, Cecilia Suárez, directora en México de Catholic Relief Services, agencia humanitaria de la Iglesia en Estados Unidos, lamentó que en los últimos tiempos haya aumentado el número de mujeres y niños que intentan entrar a México.
Explicó a ACI Prensa que los migrantes ahora usan más tiempo para hacer la ruta, con mayor precaución e incluso caminan más kilómetros en lugar de tomar el tren. “En algunos puntos agarran transporte público, pero cada vez también van aumentando las cuotas, las extorsiones”, señaló.
Los migrantes tienen que caminar muchas horas e incluso días en su esfuerzo por evitar a las autoridades. Foto: Cortesía CRS.
Son más cautelosos y en el trayecto buscan formas de ganar dinero para sostenerse, indicó.
Suárez señaló que “el problema de violencia en Guatemala, El Salvador y Honduras” es lo que ha empujado a muchos centroamericanos a huir de sus países.
El nivel de violencia en esa región, dijo, “ha aumentado terriblemente en estos últimos años, y las familias no tienen otra opción más que migrar porque ya es un asunto de vida o muerte para muchos de ellos”.
“Y también la pobreza sigue siendo un factor muy importante para migrar”.
Un “muro humano” que persigue a los migrantes
La directora de CRS en México destacó que si bien, a diferencia de la frontera con Estados Unidos, en el sur no existe un muro físico, lo que hay es “toda una fuerza militar, de la Naval, de la Policía Federal y Estatal que están realmente a la caza de los migrantes. Y también es el hecho de que hay crimen organizado, lo que también genera tensión en la misma frontera”.
“Son esas dos cosas en conjunto las que hacen un muro humano que va persiguiéndolos”, dijo.
Suárez lamentó que “México ha incrementado muchísimo su número de deportaciones en su frontera sur”. Las autoridades “agarran” a los migrantes y sin preguntarles por qué huyen, “los regresan”.
“Muchos de ellos no tienen oportunidad de meter sus solicitudes de refugio, aunque realmente vienen huyendo de una violencia real contra su vida”, señaló.
La Iglesia y su “fuerza increíble” a favor de los migrantes
Suárez destacó que “la Iglesia tiene una fuerza comunitaria, local, increíble. La mayor parte de estos albergues se sostienen por colaboraciones de voluntarios y donaciones de las comunidades”.
“Lo que hacemos como CRS es afiliarnos a una red, que se llama Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes (Redodem). Esta red tiene 22 casas de migrantes a lo largo de toda la ruta que van registrando las personas que van recibiendo”.
En los albergues, los migrantes pueden encontrar alimento, atención médica y acompañamiento espiritual durante su viaje. Foto: CRS.
Dijo que con este registro se puede conocer el movimiento migratorio y “tener información sobre migrantes que desaparecen en la ruta, que son detenidos y deportados, para poderle dar (la información) a algunas familias que los están buscando”.
CRS apoya además a un albergue que ayuda a los migrantes a desarrollar habilidades sociales, a recuperar su autoestima y seguridad, “para que se sientan en confianza de salir a buscar un empleo y de empezar a construir su vida en México”.
“Muchos de ellos venían con la ilusión de llegar a Estados Unidos. Cuando ven truncado ese sueño”, su segunda opción es quedarse en México.
“Y lo que estamos tratando de hacer es brindarles herramientas para que puedan hacer su vida aquí”, señaló.
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