¿La Iglesia ve posible la amnistía propuesta por López Obrador en México?

El equipo del presidente electo Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO, ha anunciado una serie de consultas para una posible ley de amnistía, entre otras medidas para pacificar un México golpeado por el crimen organizado. ¿Pero la Iglesia Católica ve viable una medida de este tipo?

Para Mons. Salvador Rangel, Obispo de Chilpancingo-Chilapa, “cualquier cosa que se pueda hacer por la paz y la reconciliación es bienvenida”. Sin embargo, aclaró que una amnistía no debería beneficiar a los capos del narcotráfico.

La Diócesis de Chilpancingo-Chilapa, sufragánea de la Arquidiócesis de Acapulco, en el estado de Guerrero, atiende a alrededor de 900 mil fieles. Ante la ineficacia de las autoridades, el territorio se ve controlado por los capos del tráfico de drogas.

El estado de Guerrero es el segundo más violento del país, con casi cinco mil homicidios cometidos durante 2017. Solo en el primer trimestre de 2018 se han registrado 651 homicidios.

Mons. Rangel, conocido por establecer puentes de diálogo con los cabecillas de grupos criminales en búsqueda de paz para su pueblo, dijo a ACI Prensa que “yo siempre hablaba de esta amnistía, pero siempre he hablado de una amnistía restringida”.

En ese sentido, aclaró que no está a favor de “una amnistía para criminales. No es una amnistía para gente que haya hecho mucho mal, sino que quiero pensar en una amnistía para todos los campesinos que se dedican a sembrar la amapola”, así como “en esos pueblos donde es una cultura cultivar la amapola desde que son pequeñitos”.

“¿Cómo se le puede culpabilizar a esos pueblos?”, cuestionó.

Sin embargo, esta amnistíade ninguna manerapodría alcanzar a los capos del narcotráfico, dijo.

“Mucha gente siembra la amapola por necesidad, porque es lo único que tiene para vivir. Otros son obligados a sembrar las tierras. A esas personas que se les obliga a sembrar la amapola, no se le puede penalizar, no es tanto la culpa de ellos”.

Paz entre los cárteles

Mons. Rangel indicó que el estado de Guerrero está repartido entre 18 grupos criminales, y existen 20 “policías comunitarias”, muchas de las cuales sirven al narcotráfico.

La violencia que desatan estos grupos criminales, si bien enfocada en la lucha por el control de plazas y rutas, golpea también a la población. Por eso, el obispo se ha dedicado a interceder ante los capos por la paz en la región.

“Esta tarea la realizo hace tiempo, y por más de dos años estoy llevando un trabajo pastoral buscando sembrar la paz entre grupos rivales”.

“Creo que estamos avanzando en la pacificación de Chilapa”, señaló.

Mons. Rangel recordó que hace aproximadamente un mes, en un poblado llamado Corralitos, se produjo un episodio de violencia que “ni siquiera el mejor escenario de Hollywood puede imaginar”.

“Casas quemadas, casas baleadas, salió huyendo toda la gente, camionetas quemadas. Los puercos y los pollos rondan por la comunidad, pues no hay ninguna gente”.

Este ataque, dijo, se produjo por un bloqueo de carretera en la sierra de Guerrero, “a la altura de una comunidad que se llama Filo de Caballos”.

“Yo me di la tarea de ir a buscar a estas personas para ver qué posibilidad había de que abrieran el paso y de hecho logré comunicarme con este capo y él está dispuesto. Ellos mismos están pidiendo una tregua. Y creo que (los narcotraficantes) de arriba también están pidiendo una tregua”.

“La condición no la puedo decir porque se tiene que tratar entre ellos, pero están dispuestos a abrir el tráfico, a que suba la mercancía, víveres para comer, refrescos, todo eso”, dijo.

“No se meten con los sacerdotes”

Mons. Rangel destacó la presencia de la Iglesia en todos los rincones de la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa, que ha permitido que los criminales “no se metan con los sacerdotes. Ellos los respetan, los cuidan”.

“En todas las extremidades de mi diócesis hay buenos sacerdotes que están trabajando con ellos. Y ellos simplemente han sido amigos, acompañantes, les celebran los sacramentos, desde los bautizos, desde los matrimonios, funerales, van a visitar a sus enfermos”.

El Obispo de Chilpancingo-Chilapa destacó que “cuando tengo oportunidad de ir a la sierra, yo siempre les digo: ‘vengo como amigo, no vengo a juzgarlos, vengo a ofrecerles lo que podemos, los sacramentos, la Palabra de Dios’. Y ellos se sienten aceptados y se les atiende como personas”.

“Es lo que nos ha dado esa oportunidad de poder nosotros movernos en todos esos territorios”, dijo.

En esos territorios, destacó, se tiene una gran aceptación “de la Iglesia Católica, de los sacerdotes, de las monjitas”.

El apoyo de los obispos de México

El Obispo de Chilpancingo-Chilapa destacó que ha recibido “un apoyo total del episcopado en esa labor que estamos haciendo. Me he sentido apoyado y cobijado por los obispos”.

Por el contrario, dijo, “he encontrado aversión entre las instituciones gubernamentales”.

Los gobernantes, lamentó, “dicen que es un protagonismo mío” y “que estoy poniendo en peligro al Estado”.

“Yo quisiera saber en qué estoy poniendo en peligro al Estado. Ante la ineptitud de ellos, que no pueden controlar el Estado porque se les ha salido de las manos, en este vacío legal que existe es que tenemos aproximadamente 18 grupos delictivos narcotraficantes en Guerrero. Tenemos 20 ‘policías comunitarias’ también, muchas de ellas al servicio del narco”.

“¿Ellos dónde tienen la influencia? La han perdido”, sentenció.

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