Exreligiosas de la congregación Hermanas del Buen Samaritano en Chile denunciaron una serie de abusos sexuales cometidos por sacerdotes cuando visitaban a esta comunidad perteneciente a la Diócesis de Talca y dedicada al cuidado de los enfermos.
En la actualidad esta diócesis del sur de Chile tiene como Administrador Apostólico a Mons. Galo Fernández Villaseca, luego de que el Papa Francisco aceptara la renuncia del obispo local, Mons. Horacio Valenzuela.
En un reportaje emitido el martes 24 de julio por Televisión Nacional de Chile (TVN), cinco exreligiosas dijeron que al interior de la congregación hubo abusos sexuales y de poder. Añadieron que fueron maltratadas cuando denunciaron los hechos a la superiora.
“Mi silencio me remuerde la conciencia. Habemos más de 23 hermanas que en un año hemos sido desvinculadas de la congregación porque han sido abusadas sexualmente, han tenido abuso de poder”, expresó Yolanda Tondreaux, una de las denunciantes en el reportaje.
Sin decir los nombres, las mujeres denunciaron que al menos tres sacerdotes abusaban sexualmente de las religiosas. Pudieron entregar sus testimonios a Mons. Charles Scicluna y Mons. Jordi Bertomeu cuando llegaron a Chile por segunda vez para reunir información sobre casos de abusos.
Otra de las denunciantes, Eliana Macías, confesó haber sufrido abusos de un sacerdote que en las noches “se metía a las piezas de las monjas”, mientras que Celia Saldivia, añadió que “muchas veces vi a las hermanas desnudas en la habitación, revisándolas él”.
Por su parte, Yolanda Tondreaux relató situaciones de acoso por parte de un sacerdote. Dijo que se retiró “porque me di cuenta, me dio asco”.
Tondreaux, quien también sirvió en la Nunciatura Apostólica en Chile, dijo además que Mons. Valenzuela y el sacerdote Fernando Karadima -condenado por abuso sexual-, recibían cheques con grandes sumas de dinero, sin especificar de parte de quién.
Por su parte, Consuelo Gómez denunció que fue víctima de abusos sexuales por parte de religiosas de la misma comunidad.
Las exreligiosas dijeron que cuando relataron los hechos a la superiora Patricia Ibarra Gómez, esta les dió un trato indigno hasta que fueron expulsadas de la comunidad.
“Me molestaba estar mendigando un plato de comida, y muchas veces saqué a escondidas. Yo no lo niego”, indicó Marcela Quitral.
Las denunciantes aseguraron que el entonces obispo local, Mons. Horacio Valenzuela, estaba enterado de estos acontecimientos, pero que no hizo nada.
El 29 de mayo la congregación de derecho diocesano emitió un comunicado en el que se reconocía un caso de abuso, el de Consuelo Gómez, y pidieron perdón. Sin embargo, cuando la periodista consultó sobre las nuevas denuncias, guardaron silencio.
Quien sí respondió en el reportaje fue Mons. Galo Fernández. “Son cosas donde uno ve dolor, donde hay mucho dolor y situaciones que ameritan ser investigadas con verdad y escucharlas”, expresó.
Agregó que deben escucharse “no solo en el marco de una investigación penal para acreditar o no, sino escuchar que resuene las situaciones y el dolor que han vivido”.
El Administrador Apostólico destacó que la congregación de las Hermanas del Buen Samaritano “tiene una historia preciosa, pero eso no amerita que pudieran haber situaciones que claramente no correspondan”.
Respecto al desamparo en que quedaron las mujeres luego de ser expulsadas de la comunidad, Mons. Galo sostuvo que “claramente una congregación tiene un deber de velar también por las personas que salen y las condiciones en las que salen. Es un deber”.
Finalmente, frente a la poca acogida que hubo hacia las víctimas por parte de las autoridades eclesiales, el obispo aseguró que “hay hoy día una nueva sensibilidad en la cultura y también para la Iglesia”.
“Hay cosas que no son normales, que no son correctas, y que nos corresponde enfrentarlas, corregirlas y donde ha habido delito ciertamente que corresponde que haya sanciones”.
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