El P. Ryan O'Neill, director de vocaciones de la Arquidiócesis de Denver (Estados Unidos), recordó que Dios tiene un plan para la vida de cada uno de sus hijos, y animó a los fieles a hacer una pausa para preguntarse en oración cuál es la voluntad de Dios.
En una reciente entrevista a CNA -agencia en inglés del Grupo ACI-, el P. O’Neil dijo que Dios “nos da a todos un momento” para darnos cuenta que tenemos una vocación y que “Dios tiene un plan para mi vida y puedo averiguar cuál es” a través del discernimiento.
El sacerdote explicó que discernir nuestra vocación es mucho más que perseguir una vocación célibe, como lo son la religiosa o sacerdotal, pues el propósito de este proceso es “aumentar el conocimiento y la posibilidad de vocación de cualquiera”.
“Todos deberíamos tomarnos un momento para preguntarnos: ‘¿Cómo es el discernimiento parte de mi experiencia de vida cristiana diaria? ¿Cómo estamos buscando la voluntad del Padre?’”, señaló.
Sin embargo, el P. O’Neil, que fue ordenado sacerdote en 2012, afirmó que si bien a nivel natural tanto el hombre como la mujer fueron creados para el matrimonio debido a su identidad biológica; el tener una vocación célibe es “una vocación sobrenatural”.
En ese sentido, alentó a los católicos a “hacer una pausa y decir: ‘Está bien, sé que fui creado para el matrimonio, pero, Jesús, ¿me estás llamando a algo diferente?’”.
El sacerdote se dirigió a las personas que están considerando una vocación célibe y les aconsejó dar pasos concretos en dirección a responder esta gran pregunta.
“El primer principio es que no se puede conducir un automóvil estacionado”, dijo el P. O'Neill. “Tienes que subir al auto y tienes que conducir a alguna parte. Eso significa que no te sientes en tu habitación preguntándole a Dios qué quiere. Haz algo al respecto”, agregó.
El P. O'Neill lo comparó con la idea de gustarle mucho a alguien, pero nunca reunió el coraje para invitarle a una cita. “Nunca obtendrás una respuesta a menos que conduzcas el auto en la dirección que crees que debes ir”, dijo.
Como este proceso requiere de apoyo, el sacerdote recomendó a los que sienten inquietud en la vocación célibe a contactarse con una orden religiosa o una diócesis local lo antes posible, para asistir a un retiro de discernimiento que pueda ayudarlos a resolver esta importante pregunta.
Además, en caso no haya retiros disponibles, el P. O’Neil recomendó coordinar una reunión con un sacerdote o religioso para hablar sobre su interés vocacional.
El P. O’Neil recordó que al inicio uno podría encontrarse en un “callejón sin salida”, donde la respuesta podría ser “no” y afirmó que eso está bien. Si encuentra un “no”, ya sea de un director espiritual o en su propio discernimiento, no significa que no esté destinado a una vocación célibe; sino que quizás significa que necesita conocer un par de comunidades antes de encontrar el lugar correcto, señaló.
“Tenemos esta presión por encontrar la respuesta correcta y asegurarnos de que encaje exactamente, y eso no es real”, dijo. “El mundo funciona al salir y conducir hacia un callejón sin salida, estar bien con eso y decir: ‘Encontré una respuesta, ahora me doy la vuelta y vuelvo en la dirección en la que vine, y voy en una dirección diferente’”, agregó.
Asimismo, el P. O'Neill recomendó incrementar el tiempo de oración personal y aprender la Liturgia de las Horas, pues ambas prácticas aumentarán tu relación con Jesús.
“Solo será beneficioso si pasa más tiempo en oración”, dijo. “Si tu vida se va a centrar en una relación con Jesús como hermana religiosa, como sacerdote o como hermano religioso, ¿por qué no empezarías a trabajar en esa relación ahora?”, agregó.
El sacerdote también advirtió que es importante no tener citas con mujeres u hombres cuando se está discerniendo una vocación célibe, porque estas pueden causar más estrés y confusión en la persona.
“O diriges tu corazón hacia el matrimonio, o lo desvías del matrimonio, pero hacer ambas cosas es realmente una tortura para tu propio corazón”, dijo. “Permítete concentrarte en una cosa a la vez. Deja que tu corazón se relaje en cualquier dirección en la que se esté enfocando”.
Para el P. O'Neill, una de las mayores alegrías de su vocación como sacerdote es la libertad de buscar lo que Dios quiere, algo que se opone a la tendencia que impone el mundo.
“Nuestro mundo ejerce mucha presión sobre los jóvenes para que lo tengan todo resuelto, para que tengan un plan de cinco años, un plan de diez años”, dijo el P. O'Neill. “Todas esas preocupaciones realmente se apoderaron de mí cuando estaba en la universidad hasta que un sacerdote me dio permiso para dejarlas pasar y decir: ‘Jesús, ¿qué piensas?’ y ‘Jesús, ¿qué quieres?’”, agregó.
“Cuando me concentré en eso, me sentí más libre que nunca antes, y comencé a entender que eso es realmente lo que Dios quiere. Dios quiere que tengamos una experiencia de libertad”, subrayó.
Finalmente, el P. O'Neill recordó que tanto el matrimonio como la vocación célibe son cosas buenas, y cada una tiene un tipo diferente de intimidad, ya sea intimidad espiritual con Cristo o intimidad física con su cónyuge.
Entonces, es importante saber que “está bien no casarse por la causa de Jesús”, pues así como “el matrimonio es bueno, también lo es el ser célibe ¿Qué anhela tu corazón?”, concluyó.
Traducido y adaptado por Cynthia Pérez. Publicado originalmente en CNA.
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