El 20 de julio se cumplen 52 años de la llegada del hombre a la Luna y pocos saben de la especial relación que tuvieron los astronautas de la misión del Apolo XI con la Virgen de Luna, patrona de las localidades de Pozoblanco y Villanueva de Córdoba (España).
La relación entre la Virgen de Luna y los astronautas de la misión del Apolo XI tuvo lugar gracias a la grandísima devoción que Felipe Sánchez, secretario de la Cofradía de la Virgen de Luna de Córdoba, tenía a esta advocación.
“Mi padre era una persona sencilla, empleado de una droguería, él no era el propietario. (…) Su prioridad era la Virgen de Luna y llevar a la Virgen de Luna a todos los sitios. Y trabajaba denodadamente por todas estas cosas”, recuerda su hijo Rafael Sánchez.
En una entrevista concedida a la Cadena COPE dijo que su padre Felipe Sánchez, que falleció en 1997, vio una relación clara entre esta advocación de la Virgen y la llegada del hombre a la Luna y por eso decidió escribir una carta a los astronautas Armstrong, Collin y Aldrin “dándoles la enhorabuena por la gesta que habían conseguido”.
“Con mucha ilusión y con mucha humildad escribe unas cartas y las envía al embajador de Estados Unidos en España pidiéndole el favor de que se las hiciera llegar a la NASA y les adjuntó unas estampas de la Virgen de Luna”, precisó Rafael Sánchez.
Las cartas se escribieron a finales de julio de 1969 y llegaron a la embajada a principios del mes de agosto de ese mismo año.
“La sorpresa es que a finales de septiembre a casa llega un sobre de la NASA que contiene una carta con las firmas originales de los astronautas Armstrong, Collins y Aldrin, agradeciendo el gesto que se ha tenido con ellos de enviarles esa estampa de la Virgen, confirmando que han recibido y al mismo tiempo les remiten una foto firmada y un tarjetón con la firma de ellos”, explicó Rafael.
Estas cartas se conservan en el Santuario de la Jara, en donde está la Virgen de la Luna, en Córdoba
Además, Rafael aseguró que esas cartas fueron “el inicio de una bonita historia”, ya que el intercambio de correspondencia siguió con las siguientes misiones espaciales y “se tiene constancia de que hasta el Apolo XVII los astronautas remiten una carta firmada a mi padre”.
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