El Papa Francisco exhortó a las autoridades del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano a dar testimonio concreto y creíble de transparencia, especialmente en el ámbito económico y financiero, y a dedicar tiempo abundante a la oración.
Así lo dijo el Santo Padre este 27 de marzo durante la inauguración el año judicial del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano que se llevó a cabo en el aula de las bendiciones y contó también con la presencia del primer ministro italiano, Mario Draghi.
“Estamos llamados a dar un testimonio concreto y creíble, en nuestras respectivas funciones y tareas, del inmenso patrimonio de valores que caracteriza la misión de la Iglesia, su ser ‘sal y luz’ en la sociedad y en la comunidad internacional, especialmente en momentos de crisis como el actual”, indicó el Papa.
En esta línea, el Santo Padre exhortó para que las iniciativas emprendidas recientemente “se adopten para la absoluta transparencia de las actividades institucionales del Estado Vaticano, especialmente en el ámbito económico y financiero” que siempre se inspiren “en los principios fundadores de la vida eclesial y, al mismo tiempo, tengan debidamente en cuenta los parámetros y las ‘buenas prácticas’ vigentes a nivel internacional, y se muestren ejemplares, como es imperativo de una realidad como la Iglesia católica”.
Además, el Papa pidió que esta cooperación “sea más rápida y eficaz” porque se requiere “superar unas prácticas que no siempre responden a la necesidad de rapidez que exige la dinámica de la investigación”.
Para ello, el Santo Padre subrayó la necesidad prioritaria de que “en el actual sistema procesal aflore la igualdad de todos los miembros de la Iglesia y su igual dignidad y posición, sin privilegios que se remontan a otros tiempos que ya no están en consonancia con las responsabilidades que le corresponden a cada uno en la edificación de la Iglesia” y agregó que “esto requiere solidez en la fe y coherencia en el comportamiento y las acciones”.
En este sentido, el Papa invitó “a todos los que están llamados a trabajar por la causa de la justicia -una eminente virtud cardinal- a no tener miedo de perder el tiempo dedicándolo en abundancia a la oración”.
“En la oración, y solo en la oración, obtenemos de Dios, de su Palabra, esa serenidad interior que nos permite cumplir con nuestros deberes con magnanimidad, equidad y clarividencia”, advirtió.
Por último, el Pontífice recomendó “reflexionar sobre el hecho de que, llevando a cabo día tras día su trabajo callado y paciente, ofrecen una contribución preciosa para que la Iglesia, en este pequeñísimo Estado de la Ciudad del Vaticano, dé un buen ejemplo de lo que enseña en su Magisterio social”.
“Sé lo exigente, a veces ardua, que es su actividad, que desempeñan diariamente para fomentar el orden de las relaciones interpersonales y sociales, que encuentran su equilibrio en la labor de la justicia”, dijo el Papa antes de impartir a todos su bendición apostólica.
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