El famoso famoso teólogo español y experto en demonología P. José Antonio Fortea dio a conocer nueve oraciones “secretas” que pueden recitar los sacerdotes durante la Misa y así obtener gran provecho espiritual.
En su artículo “Las oraciones del sacerdote en voz baja: un inmenso tesoro”, el P. Fortea destaca que “la liturgia preceptúa que se hagan” estas plegarias, llamadas “secretas”, pero “no con él [sacerdote] como presidente de la comunidad, hablando en nombre de esta, sino que son oraciones personales, para su bien personal”.
“Siempre se han hecho pronunciándolas, no mentalmente. Se decía que podía escucharla el acólito que estuviera cerca de él, pero no el Pueblo”, señaló.
Las oraciones secretas
1. “Munda cor meum ac labia mea, omnipotens Deus, ut sanctum Evangelium tuum digne valeam nuntiare” (“Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que anuncie dignamente tu Evangelio”).
Esta oración, dijo el P. Fortea, se realiza “antes de proclamar el Evangelio” y llama a la reflexión sobre “la necesidad de limpiarse. Es una labor que ojalá que la realizásemos dignamente. Ojalá”.
2. “Per evangelica dicta deleantur nostra delicta” (“Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados”).
El sacerdote español señaló que esta oración se realiza “tras la lectura del Evangelio”, pues “haber pronunciado esas palabras santas purifica. También el que predica tiene sus delitos”.
3. “Per huius aquæ et vini mystérium eius efficiámur divinitátis consórtes, qui humanitátis nostræ fíeri dignátus est párticeps” (“El agua unida al vino sea signo de nuestra participación en la vida divina de quien ha querido compartir nuestra condición humana”).
Esta plegaria se hace “al mezclar el vino y el agua”, dijo, y en ella “se pide una participación en los tesoros de la Divinidad”.
4. “In spiritu humilitatis, et in animo contrito suscipiamur a Te, Domine: et sic fiat sacrificium nostrum in conspectu Tuo hodie, ut placeat Tibi, Domine Deus” (“Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro”).
Con esta oración, indicó, “se pide el ser recibido, el ser acogido. También se pide que le complazca a Dios. No se da por supuesto”.
5. “Haec commixtio Corporis et Sanguinis Domini nostri Iesu Christi fiat accipientibus nobis in vitam aeternam” (“El Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna”).
El P. Fortea indicó que esta plegaria busca “que ese rito nos sirva para la vida en el más allá”.
6. “Perceptio Corporis et Sanguinis tui, Domine Iesu Christe, non mihi proveniat in iudicium et condemnationem: sed pro tua pietate prosit mihi ad tutamentum mentis et corporis, et ad medelam percipiendam” (“Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable”).
El P. Fortea subrayó que la Santa Misa “puede ser juicio y condenación para el mal sacerdote. Para el bueno será protección y medicina”.
7. “Corpus Christi custodiat me in aeternum” (“El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna”).
En esta oración, dijo el teólogo español, “se pide la protección, pero no para este mundo, sino protección para la eternidad”.
8. “Sanguis Christi custodiat me in aeternum” (“La Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna”).
El P. Fortea señaló que aquí “se repite la misma oración”.
9. “Quod ore súmpsimus, Dómine, pura mente capiámus: et de munere temporáli fiat nobis remédium sempitérnum” (“Señor, que recibamos con una mente pura lo que hemos tomado con la boca y que el don que nos haces en esta vida nos aproveche para la eterna”).
El P. Fortea resaltó que “incluso unas gotas del Vino Consagrado son un remedio para la eternidad, una medicina. No una medicina temporal de las de este mundo, sino una medicina para el reino sin fin”.
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