El Papa Francisco advirtió sobre el número “cada vez mayor de personas desplazadas a causa de la crisis climática”, que “es muy a menudo el resultado de decisiones equivocadas”.
El Pontífice señaló esto en el prólogo de las Orientaciones Pastorales sobre Desplazados Climáticos difundidas este 30 de marzo por el Vaticano y elaboradas por la Sección Migrantes y Refugiados - Sector de Ecología Integral del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
El deterioro del clima, lamenta el Santo Padre, “se está convirtiendo rápidamente en una gran emergencia de nuestra época, tal y como podemos ver casi todas las noches en nuestras pantallas, y que exige respuestas globales”.
En el prólogo al documento, Francisco señala que “cuando las personas se ven obligadas a migrar porque el ambiente en el que viven ya no es habitable, nos puede parecer la consecuencia de un proceso natural, algo inevitable”.
Sin embargo, explica el Papa, “el deterioro del clima es muy a menudo el resultado de decisiones equivocadas y de actividades destructivas, del egoísmo y de la negligencia, que ponen a la humanidad en conflicto con la creación, nuestra casa común”.
El cambio climático “durante mucho tiempo se ha venido desarrollando con tal lentitud que ha sido prácticamente imperceptible, con excepción de unos pocos con visión de futuro. Incluso ahora, sus repercusiones se manifiestan de manera desigual: el cambio climático afecta a todo el mundo, pero quienes menos han contribuido a ello son los que más sufren sus consecuencias negativas”.
Advierte el Pontífice que muchos, como consecuencia de los efectos del cambio climático, se ven “obligados a abandonar campos y costas, casas y aldeas, huyen apresuradamente, llevando consigo tan sólo unos pocos recuerdos y pertenencias, fragmentos de su cultura y de su tradición”.
“Partieron llenos de esperanza, con la intención de volver a empezar desde cero en un lugar seguro. Sin embargo, la mayoría termina viviendo en barrios marginales peligrosamente hacinados o en asentamientos improvisados, esperando su destino”.
Por ello, “quienes han sido expulsados de sus hogares por culpa de la crisis climática necesitan ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados. Quieren volver a empezar. Para que puedan crear un nuevo futuro para sus hijos, es necesario que se les permita hacerlo y se les tiene que ayudar”.
“Acoger, proteger, promover e integrar son todos los verbos que se corresponden a acciones útiles. Quitemos, entonces, uno por uno, esos escollos que bloquean el camino de los desplazados, aquello que les reprime y margina, que les impide trabajar y acudir a la escuela, lo que les convierte en invisibles y les niega su dignidad”.
Las Orientaciones Pastorales sobre Desplazados Climáticos, afirma el Papa Francisco, “nos invitan a ampliar la forma en que miramos este drama de nuestro tiempo. Nos impulsan a ver la tragedia del desarraigo prolongado que hace gritar a nuestros hermanos y hermanas, año tras año: ‘No podemos volver atrás y no podemos empezar de nuevo’. Nos invitan a tomar conciencia de la indiferencia de la sociedad y de los gobiernos ante esta tragedia. Nos piden que veamos y nos preocupemos. Invitan a la Iglesia y a demás personas a actuar juntos, y nos explican cómo podemos hacerlo”.
Ya dentro del documento, las Orientaciones plantean que ante este reto, “la Iglesia católica reafirma su solicitud maternal por todos los que han sido desplazados a causa de sus efectos”.
El objetivo principal de estas Orientaciones “es el de proporcionar algunas consideraciones clave, útiles para las conferencias episcopales, Iglesias locales, congregaciones religiosas, organizaciones católicas, agentes de pastoral y todos los fieles católicos, a la hora de planificar su acción pastoral y desarrollar programas concebidos para brindar una asistencia eficaz a los desplazados climáticos”.
“Aumentar el grado de sensibilización”, se argumenta, “ayudará a abrir los ojos de las personas a las repercusiones de la crisis climática sobre la existencia humana. La ceguera ante estos temas es generalizada y se debe principalmente a simple ignorancia, indiferencia y egoísmo frente a fenómenos que ponen en peligro el bien común, la negación intencionada de la realidad para proteger intereses creados, malentendidos”.
Se subraya que “Dios proporciona los medios para ver, pero los seres humanos deben estar dispuestos a pasar de la ceguera a la conciencia”.
En las Orientaciones se aboga por evitar “la falsa polarización entre el cuidado de la creación, por un lado, y el desarrollo y la economía, por el otro”.
Se subraya que “la Iglesia Católica está llamada a promover una conversión ecológica integral en relación con la crisis climática y el desplazamiento, de manera respetuosa con el medio ambiente y el desarrollo humano”.
La Iglesia Católica también está llamada “a mejorar la capacidad de adaptación de las personas afectadas por la crisis climática y a contribuir de forma activa en la búsqueda de alternativas al desplazamiento, que defiendan el derecho a la vida, que incluye la posibilidad de vivir una vida digna, en paz y seguridad. Nadie debe ser obligado a huir de su patria”.
Cuando se da la necesidad de desplazarse por razones climáticas, “la Iglesia Católica está llamada a participar, de manera proactiva, en ayudar a preparar a las personas para el desplazamiento, proporcionando información correcta y fidedigna. Esto podría ayudarles en las decisiones que deberán tomar antes de migrar y mejorar su preparación mediante el empoderamiento personal y comunitario”.
La Iglesia Católica está llamada asimismo “a involucrar a la sociedad y a preparar y animar a las personas a tener un espíritu de acogida, a estar dispuestas y deseosas de extender su solidaridad a los desplazados climáticos, proporcionándoles un refugio y condiciones adecuadas para su supervivencia, protegiendo sus derechos y dignidad, promoviendo su desarrollo humano integral, y facilitando los procesos de integración social, laboral y cultural”.
Finalmente, “la Iglesia católica está llamada a acoger, proteger, promover e integrar a los desplazados climáticos, haciendo especial hincapié en la necesidad de desarrollar una atención pastoral capaz de responder a las diferentes necesidades de los católicos, así como las de quienes pertenecen a otras religiones y creencias”.
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