A propósito de la visita del Papa a Irak, te presentamos en esta nota a los profetas, santos y mártires más importantes que nacieron en esta tierra de fe desde tiempos del Antiguo Testamento y que siguen surgiendo en la actualidad.
El Papa Francisco está en Irak desde este viernes hasta el 8 de marzo en el marco de su primer viaje apostólico internacional en medio de la pandemia del COVID-19. El Pontífice es el primer Papa que pisa este territorio y así, cumple el sueño de San Juan Pablo II, que no pudo visitar Irak a causa de la guerra que azotó al país.
Edward Pentin, periodista católico y autor de obras relacionadas al Papa y la Santa Sede, escribió en el National Catholic Register, sobre los santos y profetas, muchos de ellos mártires, que nacieron en Irak y que no solo evidencian lo antigua que es la comunidad cristiana en el mundo, sino que enriquecen la herencia religiosa y cultural de la Iglesia Católica.
Los orígenes
Los apóstoles Santo Tomás y San Judas Tadeo llevaron la fe cristiana a Irak en el siglo I, cuando este territorio era parte de la región de Mesopotamia. Allí, Santo Tomás estableció la Iglesia de Oriente, y pronto fue seguido en el liderazgo por San Judas Tadeo, que viajó por Mesopotamia, Libia, Turquía y Persia, con el apóstol San Simón el Zelote.
Antes de la llegada de los Apóstoles, el antiguo Irak ya era tierra santa, pues fue el lugar de nacimiento de los grandes profetas del Antiguo Testamento que hasta hoy son venerados como santos en las iglesias ortodoxas y en las iglesias orientales católicas.
El primero de la lista es Abraham, un personaje recordado y admirado tanto por católicos, cristianos de otras confesiones y musulmanes. Nació en Ur, antigua ciudad del sur de Mesopotamia que la Biblia menciona es el lugar donde ofreció a su único hijo en sacrificio a Dios. Esta ciudad será visitada por el Santo Padre el 6 de marzo.
También está el profeta San Ezequiel, hijo de Buzi, que nació en Irak en el siglo VI A.C., y que profetizó la destrucción de Jerusalén y la restauración de la tierra de Israel.
Otro es el profeta San Esdras, sacerdote, escriba llamado el “padre del judaísmo” o “segundo Moisés”, que salió de Babilonia en el siglo V a. C. y reconstituyó la comunidad judía sobre la base de la Torá. Su trabajo ayudó a colocar la ley en el centro del judaísmo, lo que permitió al pueblo judío sobrevivir como una comunidad en todo el mundo.
Luego está San Jonás, el profeta llamado por Dios para viajar a Nínive y advertir a sus residentes de la inminente ira divina, pero que en cambio aborda un barco hacia Tarsis, es atrapado en una tormenta y tragado por un pez. La Biblia relata que Jonás finalmente acepta ir a Nínive, el pez lo vomita en la orilla y logra convencer al pueblo de Nínive de que se arrepienta.
Santos de los primeros siglos
A medida que las comunidades cristianas iban predicando el Evangelio y la Resurrección de Jesucristo en el antiguo Irak, empezaron a surgir otros santos famosos.
Uno de ellos es el mártir San Policronio, obispo de Babilonia, que fue arrestado durante la persecución del emperador Decio en el siglo III, junto a los sacerdotes Parmenio, Helimenas, Crisotelo, y los diáconos Lucas y Mocio.
Bajo arresto, San Policronio recibió la orden de ofrecer sacrificios a los ídolos, pero él la rechazó con firmeza. Se dice que el santo permaneció en silencio durante el interrogatorio, lo que llevó a Decio a ordenar que lo golpearan con piedras en la boca hasta que muriera. Los tres sacerdotes y dos diáconos también fueron martirizados.
Poco tiempo después vivió San Julián Saba, cuyo apellido significa “anciano” en arameo, un ermitaño de habla siríaca de las orillas del río Éufrates que entró en la vida monástica a la edad de ocho años. Se sabe que el santo ayudó a los cristianos del Imperio de Oriente durante la persecución del emperador Juliano el Apóstata, y que practicó el ascetismo y fundó varios monasterios antes de morir por causas naturales en el 367.
Otro santo iraquí de esa época fue San Marolus de Milán, que nació cerca de Babilonia a orillas del río Tigris. Es probable que por la persecución, el santo creció en Siria y luego se mudó a Roma, donde se hizo amigo del Papa Inocencio I. Después, se mudó a Milán, fue nombrado obispo en el año 408, dirigió la diócesis durante la invasión visigoda y ayudó a las víctimas y refugiados. Murió en el año 423 de causas naturales y fue enterrado en Milán.
San Mateo el Ermitaño es amado especialmente por los cristianos iraquíes que lo conocen como “Mar Matta”. Fue un sacerdote del siglo IV que nació en una aldea al norte de la antigua ciudad de Amida, al norte de Mesopotamia. Durante la persecución de Juliano el Apóstata, el santo y otros monjes huyeron al monte Alfaf, ubicado en la Llanura del Nínive, al norte de Irak, donde practicó el ascetismo y se hizo conocido por hacer milagros.
El príncipe Benham, hijo del rey Sinharib de Assur, visitó a San Mateo y, consciente de su don de hacer milagros, le pidió que viajara con él de regreso a la ciudad de Assur, en la orilla del Tigris, para que sane a su hermana Sarah de una enfermedad y así fue. Luego, Behnam, Sarah y 40 esclavos se convirtieron al cristianismo y fueron bautizados por el santo.
Mar Matta regresó al monte Alfaf, pero el rey Sinharib descubrió la conversión del grupo y todos sufrieron el martirio mientras intentaban escapar para unirse a Mar Matta en el monte Alfaf. El rey se volvió loco, la reina lo llevó al lugar de la muerte de los mártires y allí conocieron a Mar Matta, que curó al rey Sinharib de su locura y luego los bautizó.
Mar Matta pidió que se construyera un monasterio en el monte Alfaf y el rey aceptó. El santo vivió, murió y fue enterrado en el llamado Monasterio de San Mateo.
Un santo un poco posterior es Isaac de Nínive, conocido por los iraquíes como “Ishaq de Nínive”, que nació alrededor del año 613 en la región de Beth Qatraye, al sureste de Mesopotamia, cerca de la actual Qatar. El santo fue nombrado obispo siríaco de Nínive y es conocido por sus escritos sobre el ascetismo y la teología cristianos.
Sin embargo, a los cinco meses pidió abdicar del cargo, porque los deberes administrativos como obispo no se ajustaban a su naturaleza académica y reservada. Luego, vivió una vida ascética en soledad por muchos años y dejó sobre la vida espiritual.
Algunos otros santos muy queridos en Irak son conocidos como Mar Miskinta, Mar Eilya, Mar Pythion, Mar Ahodymmi, Mar Attqen, Mar Bena y Mar Boya. La palabra “Mar” significa “santo”, “santo” o “respetado” en idioma árabe.
Santos del siglo XXI
En la actualidad la Iglesia en Irak también tiene testigos de la fe que dieron su vida en nombre de Cristo frente al islamismo. Los más conocidos, por estar en proceso de beatificación, son los 48 fieles masacrados por islamistas en la Iglesia católica siríaca de Nuestra Señora de la Salvación en Bagdad en 2010.
Además de ellos, están otros mártires como la hermana Cecilia Moshi Hanna, brutalmente asesinada en Bagdad en 2002; el sacerdote caldeo P. Ragheed Ganni, que estudió en Roma en la década del año 2000 y que junto a sus tres diáconos fueron asesinados a tiros por terroristas islamistas en Mosul en 2007; y el que fue Arzobispo de Mosul antes de Mons. Najeeb y se llamó Mons. Faraj Raho, quien fue secuestrado y asesinado en 2008.
El Arzobispo caldeo de Mosul, Mons. Michaeel Najeeb dijo al Register que “no todos los santos de Irak son declarados santos por el Vaticano, pero sabemos a través de la historia que hay muchos miles de ellos”, que “realizan milagros y rezan. Son hombres y mujeres santos, posiblemente no alfabetizados, que viven en las montañas. La sencillez es lo que identifica a los verdaderos santos”.
Aunque el Vaticano aún no los ha declarado santos formalmente, Mons. Najeeb, que era amigo del P. Ganni y de Mons. Raho, no duda de su santidad porque fueron “asesinados en el nombre de Jesús”, repitiendo, dijo, lo que sucedió en la Iglesia en Irak hace 2 mil años.
Mons. Najeeb recordó los ataques de militantes de Al-Qaeda y luego de los terroristas del Estado Islámico y dijo que “vi a muchos, muchos cristianos asesinados sin razón solo porque son cristianos. Todos son santos ipso facto (de inmediato)”.
El Prelado señaló que el testimonio de ellos hoy es invaluable y “un ejemplo para que las generaciones futuras no tengan miedo. ISIS nos obligó a elegir entre tres cosas: irnos sin tomar nada, convertirnos al Islam o morir. Todos prefirieron irse; vi a muchas personas, jóvenes y mayores, irse solo con la ropa que tenían puesta y nadie renunció a su fe. Esa es la vida de un santo”.
El Obispo dijo que gracias a su testimonio, el cristianismo en Irak “es más poderoso que el pasado, nuestra fe es más fuerte que antes, porque Dios nos ha dado poder, pasión y esperanza para el futuro, y por eso regresamos a Nínive y Mosul”.
Por ello, Mons. Najeeb dijo que espera que el Papa Francisco traiga una “buena sorpresa” a Irak durante su visita, y declare a algunos de ellos formalmente mártires y santos. “Sería algo muy bueno y nos daría mucha fuerza. Sueño con eso”, concluyó.
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