Como una medida de preparación ante posible flexibilización de la cuarentena por COVID-19 en el país, la Presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana, junto a la Comisión Episcopal de Liturgia, Música y Arte Sagrado, Pastoral de Santuarios, Peregrinaciones y Causas de los Santos, publicaron hoy el “Protocolo Eclesial para la Flexibilización de la Cuarentena”.
Si bien aún no hay fecha establecida para la reapertura de los templos al público, el documento busca orientar con antelación a fieles y sacerdotes sobre las disposiciones a seguir cuando se reanuden las celebraciones litúrgicas públicas.
"En el contexto de una progresiva vuelta a la normalidad en los diversos aspectos de la vida ciudadana”, a través de la Comisión Episcopal de Liturgia se preparó “con antelación” un protocolo para la “apertura gradual de los templos, la celebración de los sacramentos y sacramentales, y la progresiva activación de los servicios pastorales", señaló la CEV en un comunicado.
En respeto continuo de las disposiciones de las autoridades sanitarias que se vayan estableciendo a lo largo del tiempo, el protocolo, dividido en tres fases, ofrecerá disposiciones generales y específicas para las celebraciones Eucarísticas y “la administración de los sacramentos de Unción de los Enfermos, Reconciliación, Bautismo, Confirmación y Matrimonio” así como para la realización de “exequias, actividades pastorales y visita a los templos”.
En la Fase I, el Obispo diocesano determinará desde cuándo los fieles asistirán a los templos para las celebraciones dominicales y feriales. En la Fase II, se prevé reactivar los servicios pastorales de las diócesis, parroquias y movimientos de apostolado. En la Fase III se reanudará con normalidad la vida pastoral ordinaria.
Como disposiciones generales, “cada Obispo prorrogará la dispensa del precepto dominical” y alentará a vivir la fe desde el hogar virtualmente. Los enfermos de gripe o con malestar corporal deberán permanecer en casa.
Cuando sea posible asistir a los templos, en caso las autoridades no fijen un aforo máximo, se ocupará el 50% de la capacidad del recinto, pero se procurará aumentar el número de Misas que “deberán ser más breves que lo ordinario”. Además, se indica usar un número limitado de sillas de preferencia, que deberán ser ubicadas a metro y medio de distancia.
La asistencia será en grupos pequeños, en respeto del metro y medio de distancia dentro y fuera de las iglesias, los niños solo podrán asistir junto a sus padres y familiares y se requerirá el uso obligatorio de mascarillas. Además, las puertas de los templos se mantendrán abiertas a la entrada y salida de las Misas para que los fieles no toquen las manillas y las pilas seguirán vacías.
En cuanto a la celebración Eucarística, los sacerdotes que celebren o ayuden a la Eucaristía usarán mascarilla y se lavarán las manos antes de la Misa. Los monaguillos usarán mascarillas y guantes. La sacristía dispondrá de agua y jabón para los que preparen los vasos sagrados y utensilios, y deberá permanecer el menor número de personas en el presbiterio.
No se usarán hojas para lecturas y cantos. Solo habrá un lector de la primera lectura y salmo en los feriados y podrán ser más los domingos y solemnidades. Los lectores deberán usar mascarilla y guantes para resguardar el micrófono.
Se omitirá el gesto de signar y besar el libro en la lectura del Evangelio, y en su lugar, se inclinará la cabeza. Se orienta que “la homilía no exceda los diez y quince minutos”, que la oración de los fieles sea breve y que “las preces sean leídas por una persona o por el mismo que preside”.
“La Comunión se recibirá en la mano” y no se dará en ambas especies. El sacerdote y ministros extraordinarios usarán mascarilla y se lavarán las manos o usarán gel antibacterial antes de distribuir la Comunión y en la fracción del pan, respectivamente. Los fieles que comulguen guardarán el metro y medio de distancia en la fila y regresarán por los laterales.
Se sugiere “suprimir todo tipo de procesión de dones” y los ministros o servidores deberán designar un lugar donde dejar las ofrendas que algún fiel lleve. La colecta se realizará al final de la Eucaristía y se colocarán varias cestas en las puertas de la Iglesia para que los fieles las depositen. En el saludo de la paz se inclinará la cabeza o podrá suprimirse.
Los coros deberán tener menos personas, respetar el distanciamiento físico entre ellos, no intercambiar micrófonos y reducir la duración de los cantos. Además, deberán ser exhortados a no hacer “ensayos en sus casas todos juntos”. Los micrófonos deben desinfectarse, estar en su base y el que preside debe usar un micrófono sólo para él durante toda la celebración.
Sobre las procesiones Eucarísticas y Horas Santas, el Ordinario juzgará realizarla según la oportunidad y cuando pase, se realizarán con dignidad y reverencia. Para la fiesta del Corpus Christi se podrá usar un vehículo mientras los fieles esperan en sus casas.
En cuanto a la pastoral de los enfermos, el sacerdote responderá pronto a la solicitud de la Unción de los Enfermos, deberá usar mascarilla y guantes y para ungir el aceite, podrá utilizar un hisopo o mota de algodón que luego será incinerado. La Comunión será breve y se pedirá que los familiares ayuden haciendo que escuche una lectura bíblica o celebración eucarística transmitida en vivo.
Los sacramentos del Bautismo, Reconciliación o Confesión, Confirmación, Matrimonio y las exequias presentarán la omisión de ciertos ritos, un reducido número de personas, el uso de hisopos o motas de algodón posteriormente desechadas y otras medidas que reduzcan al mínimo posibles contagios.
En cuanto a la visita a los templos, se podrán realizar si se evitan aglomeraciones y los responsables deberán señalar los lugares de oración y adoración al Santísimo dentro de la iglesia.
Sobre las actividades pastorales, se esperará al pronunciamiento de las autoridades sanitarias. La CEV pidió a los obispos y ordinarios que emanen normas más detalladas según las circunstancias.
“Como siempre, nos ponemos a los pies de nuestra Patrona Nacional, la Virgen de Coromoto, para que Ella aliente la esperanza de nuestro pueblo y nos ayude a contemplar, creer, vivir y anunciar el misterio de la Redención obrada por Jesucristo. Pidamos a Dios por el cese de la presente pandemia, y que la experiencia vivida nos ayude a crecer y madurar en nuestra fe, esperanza y caridad”, concluyó.
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