En algún lugar entre Marte y Júpiter hay un trozo de roca que ahora lleva el nombre de un sacerdote católico inglés que logró grandes avances en astronomía.
El miércoles 24 de junio, el P. Christopher Corbally señaló a CNA – agencia en inglés del Grupo ACI - que estaba “completamente sorprendido” cuando escuchó que el asteroide 119248 había sido nombrado en su honor a principios de este mes.
A los 74 años, al P. Corbally se le atribuye el avance en la comprensión de múltiples sistemas estelares, la clasificación estelar por tipos espectrales, la estructura galáctica, la formación de estrellas y la tecnología de telescopio; pero durante su distinguida carrera no se ha centrado en los asteroides.
“No soy una persona asteroide, soy una persona estrella”, señaló.
Según la NASA, los asteroides “son restos rocosos y sin aire de la formación temprana de nuestro sistema solar hace unos 4.600 millones de años”. El número actual de asteroides identificados es de 958,915, que varían en tamaño desde menos de diez metros a 529 km de diámetro.
La Unión Astronómica Internacional (IAU) tiene reglas estrictas para nombrar planetas menores, también conocidos como asteroides. Según su sitio web, los nombres deben tener 16 caracteres o menos, idealmente una palabra, deben ser pronunciables, no ofensivos y sustancialmente diferentes a los nombres anteriores.
Los asteroides no pueden ser nombrados en honor a políticos o figuras militares hasta un siglo después de su muerte. Los nombres de mascotas también se desaconsejan.
El asteroide 119248 Corbally fue descubierto por el astrónomo estadounidense Roy Tucker el 10 de septiembre de 2001 en el Observatorio Goodricke-Pigott en Tucson, Arizona (Estados Unidos). Tucker se retiró recientemente como ingeniero senior en el Laboratorio de Tecnología de Imágenes de la Universidad de Arizona.
El P. Corbally usó las cámaras electrónicas de Tucker en Kitt Peak, al suroeste de Tucson, y el Telescopio de Tecnología Avanzada del Vaticano (VATT) en el Monte Graham en el sureste de Arizona para la observación espectral. También ha trabajado en los últimos años con Tucker en un proyecto que examina objetos celestes que varían en brillo.
El sacerdote se unió al personal del Observatorio del Vaticano en 1983 como astrónomo investigador y se desempeñó como subdirector del Grupo de Investigación del Observatorio del Vaticano en Tucson hasta 2012.
El P. Corbally, un miembro de la Compañía de Jesús que fue ordenado en 1976, señaló que es el décimo sexto jesuita en prestar su nombre a un planeta menor, entre los que se incluyen al fundador de la orden, San Ignacio (1491-1556), el astrónomo argentino Buenaventura Suárez (1678-1750) y Johann Grueber (1623-1680), un misionero austríaco en China.
Cuando se le preguntó qué sabía sobre el asteroide que había recibido su nombre, el P. Corbally señaló que se encuentra entre Marte y Júpiter en el cinturón de asteroides.
“Tiene aproximadamente una milla de diámetro, por lo que es un cuerpo pequeño. Está en el rango medio de brillo. No es el más débil ni el más brillante”, señaló. “Hay toda una colmena de estos asteroides por ahí. Son parte de las sobras de la formación del sol y de nuestros planetas”, agregó.
El P. Corbally, quien nació en Londres, se interesó en la astronomía cuando fue enviado a la escuela en el Stonyhurst College en Lancashire, en el noroeste de Inglaterra.
“Sucedió fuera de la ciudad”, recordó. “El cielo oscuro estaba visible. Se podía realmente ver el cielo, no las nubes. Estaba todo claro y las estrellas eran maravillosas”.
El sacerdote jesuita vive en Arizona y dijo que su asteroide probablemente existirá hasta mucho después de que todos los que están hoy en la Tierra hayan fallecido.
Traducido y adaptado por Harumi Suzuki. Publicado originalmente en CNA.
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