¿Cómo enfrentan la pandemia del coronavirus en las villas de Argentina?

Un sacerdote y un matrimonio explicaron cómo se vive la pandemia del coronavirus en los barrios y villas de Argentina, lugares donde se ha acentuado la pobreza y la exclusión social en este último tiempo.

El primer testimonio es del P. Basicilio Brítez, párroco de San Roque González en Villa Alma Fuerte (Villa Palito) de la Diócesis de San Justo, una de las 4.416 villas de emergencia y barrios populares detectados en el Registro Nacional de Barrios Populares. 

El sacerdote conocido como “padre Bachi” presidió una Misa desde la Clínica San Camilo, lugar donde se recupera del COVID-19. Fue transmitida a todos los centros del Hogar de Cristo del país el pasado 23 de junio.

El P. Brítez es uno entre muchos “curas villeros” que trabajan intensamente con la gente para acompañarlos en forma espiritual y social frente al COVID-19.

La pandemia “se vive con mucha tensión, con mucha tristeza en nuestras familias de los barrios. Se hace complicado el día a día”, expresó el sacerdote a Radio La Milagrosa antes de enfermarse de coronavirus.

“En los barrios estamos viviendo como se puede, lo más que se puede dentro de las casas. Pero se complica porque se suma a este problema de la pandemia la necesidad de ir a buscar recursos para comer, para sostener a la familia, el pan de todos los días”.

El sacerdote precisó que la parroquia recibe unas tres mil personas diarias que asisten al comedor, que deben cargar con dinero una tarjeta que les permite tener luz en sus hogares, porque no pudieron seguir pagando el alquiler y quedaron en la calle, o porque necesitan comprar gas, medicamentos y alimentos. 

“Entonces por lo general la gente se mueve bastante porque tiene que salir a buscar su comida. En eso estamos desde la parroquia acompañando con el comedor comunitario, con la entrega de mercadería y con la olla que está dando el Ejército”, explicó el P. Brítez.

A las 500 raciones del Ejército se suman cuatro ollas más pero aún así “no alcanza”, aseguró el sacerdote porque el comedor que sostenía a 700 familias del barrio ya superó las mil. 

Además del almuerzo han tenido que sumar la cena. Ambos servicios de lunes a domingo.

“Gracias a Dios hay personas de buena voluntad que nos ayudan y nos aportan para sostener la olla todas las noches. Nos aportan desde el municipio, de la provincia y de la nación con alimentos secos, con verduras”, dijo.

“Y después los vecinos y hombres y mujeres de buena voluntad nos aportan fideos, tomate y aceite, que es lo que más necesitamos. Y la comida sí o sí tiene que tener fideos o arroz. Puede faltarnos la carne pero los fideos y el arroz no”.

Este servicio es acompañado por los mismos jóvenes que están en tratamiento de recuperación de adicciones del Hogar de Cristo. 

La principal preocupación del P. Brítez es la emergencia alimentaria porque “la ayuda no viene tan rápido, se les debe complicar a todos, pero el alimento no está llegando en las dimensiones que deberían y eso complica mucho el día a día”.

En esa difícil realidad, los anima el mensaje del Papa Francisco, que conoció las villas en su labor como sacerdote y obispo en Argentina.

“Su mensaje de aliento a las organizaciones sociales nos fortalece mucho, a los curas, a las mujeres que están en cada espacio bancando la vida, a los comedores, a los merenderos que reparten alimento, a los que buscan y lavan ropa, Francisco nos fortalece a todos los que estamos realmente en la trinchera recibiendo a la gente”, sostuvo el P. Brítez. 

Desde el 25 de junio el P. Brítez, que padcee diabetes y otros problemas de salud, se encuentra en terapia intensiva por lo que la comunidad se mantiene en oración pro su recuperación.

Otro testimonio que refleja la cruda realidad de los barrios vulnerables es el de Natalia Quintana y Horacio Yñiguez, matrimonio de la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé ubicada en el barrio 21-24 de Barracas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y participantes del Departamento de Laicos de la Conferencia Episcopal Argentina (Deplai).

El matrimonio expresó en una carta que en “los barrios más postergados y vulnerables de la ciudad más rica de la Argentina” reciben “un trato absolutamente discriminatorio solo por ser pobres”.

En su reflexión, el matrimonio describió que al comenzar la pandemia en el país vieron con “mucha alegría” los “megaoperativos” para trasladar en ambulancia a personas contagiadas desde vuelos internacionales hacia hoteles.  

“Creíamos que nos estaban cuidando a todos. Pero cuando la pandemia desembarcó en los barrios humildes -donde siempre primó el descuido y el olvido del Estado- todo siguió de la misma forma y volvimos a constatar la realidad de siempre: hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda”, expresaron.

“Con nuestra querida Iglesia y toda la comunidad, se está dando una lucha sin cuartel no sólo contra el COVID sino también contra el abandono, la desidia del Estado y la discriminación, que en este caso se lleva vidas”.

“Sabemos que en las barriadas es difícil hacer una cuarentena óptima, dado el hacinamiento, los problemas estructurales, la falta de agua corriente, de luz eléctrica, que sumado a la deficiencia alimentaria en nuestros chicos y adultos mayores forman un combo explosivo donde el virus se transforma en un arma letal”.

“’Jesucristo, señor de la historia, te necesitamos’ para que en nuestra Patria se ame y se cuide a todos, sin excluir a nadie y privilegiando a los más pobres”, concluyó la carta.

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