El Papa Francisco afirmó que la “vía maestra” para vivir el Evangelio consiste en un doble “estar”: “estar con Cristo y estar con los hermanos en dificultad”. “Esa es la clave”, aseguró el Pontífice.
El Papa se expresó así durante la audiencia que concedió este jueves 26 de septiembre en el Vaticano a unos 400 miembros de la Comunidad Emmanuel, nacida en la localidad italiana de Lecce en 1980 como iniciativa del sacerdote jesuita P. Mario Marafioti.
Su misión es entregarse a las personas más desfavorecidas y darles ayuda por medio de casas familiares donde, en la actualidad, se acogen a casi 500 personas, muchas de ellas menores de edad.
El Santo Padre recordó que “vuestra comunidad nació el día de Navidad y expresa una fe encarnada en el servicio”.
“Habéis surgido de un gesto de acogida”, destacó. “Siempre sucede así en las obras de caridad de la Iglesia: el Señor llama a la puerta mediante el rostro de los hermanos y de las hermanas que viven en la pobreza, en el abandono, en la esclavitud… Y vosotros habéis abierto, habéis respondido, habéis continuado ofreciendo respuestas porque lo más difícil es perseverar, ir adelante”.
Explicó que “es Dios, con su Espíritu, el que inspira las decisiones y da la fuerza necesaria para realizarlas. Es Él el que da el amor necesario para servir a los hermanos con compasión, con cercanía, con agradecimiento”.
“Vosotros podéis testimoniar, por la experiencia vivida, que toda cosa viene de Él, es don suyo. Y esto os hacer permanecer en el agradecimiento, en la alabanza, en la alegre conciencia de que la obra no es vuestra, sino de Dios”.
El Papa señaló que estar con Cristo y con los más desfavorecidos es “un camino indicado en el mismo nombre de vuestra comunidad: Emmanuel. Dios nos muestra ese camino: Él, que es Amor, es Dios con nosotros. Y no como una idea o, aún peor, como una ideología, sino como una vida, la vida de Jesús. Él es Emmanuel, Dios con nosotros, que ha testimoniado el amor del Padre compartiendo hasta el final nuestra condición humana”.
Finalmente, el Papa hizo hincapié en que “de esta fuente se obtiene el agua viva para ir adelante, para no dejarse robar la alegría, la esperanza, la valentía de darse; para permanecer juntos sin herirse; para pensar nuevos retos después de las desilusiones y los fracasos; para continuar trabajando con alegría incluso si produce agotamiento o si se siente el cansancio; para permanecer fieles al espíritu original de la vocación y de la misión”.
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