Nacida en 1943 en la localidad italiana de Mantovano, vivió siempre en Milán, donde se había trasladado su familia. Invidente desde los 23 años, se formó en educación y magisterio, y se especializó en educación de niños con discapacidad. Posteriormente, se formó también en consultoría familiar y en ciencias religiosas.
Sin embargo, fue la entrada en vigor en 1978 en Italia de la ley del aborto lo que la impulsó a trabajar por las mujeres embarazadas y sus hijos por nacer. Así fue como surgió el primer Centro de Ayuda a la Vida en 1984 con sede en un hospital, la clínica Mangiagalli, y luego vinieron otros.
Junto a los Centros, se formó una extensa red de voluntario que, al principio con muchas dificultades, consiguieron rescatar a muchos niños y sus madres del aborto.
En una nota con motivo del fallecimiento, la presidenta de los Centros de Ayuda a la Vida, Marina Casini Bandini, definió a Paola Bonzi como una mujer “valiente, cortés, emprendedora, dulce, tenaz, apasionada y siempre lista para ser ella misma quien acogiera a las madres tentadas por el aborto ante un embarazo difícil o inesperado”.
“Hacía entrar en una dimensión caliente y humana –hecha de escucha, empatía, confianza, esperanza, apoyo, acogida– a las mujeres a las que el frío de la indiferencia y de una cultura emponzoñada empujaban hacia la renuncia a dar a luz a su propio hijo”.
Subrayó también que Paola Bonzi “repetía siempre que los niños nacían gracias a sus madres, porque es en el corazón de la mujer donde reside el sí a la vida”.
Por último, recordó también el perfil de la red social Facebook en el que Paola Bonzi compartía las historias de niños que habían sido salvados del aborto en los Centros de Ayuda en la Vida. Su último mensaje fue “la vida es amor. Permanezcamos juntos, continuando a pensar en nuestra misión, construyendo así el futuro”.
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