El 27 de agosto un grupo de arqueólogos descubrió en la costa norte del Perú cerca de 300 cuerpos de personas que fueron sacrificadas durante el periodo prehispánico, una práctica que fue erradicada gracias a la llegada del cristianismo, afirmó un sacerdote experto en historia.
El hallazgo tuvo lugar cerca de la ciudad de Huanchaco, al norte de Lima. Se encontraron 250 cuerpos de niños, de entre cinco y 12 años, y de 40 guerreros sacrificados. Los expertos consideran que este podría ser el sacrificio masivo de niños más grande de la historia.
En declaraciones a ACI Prensa, el P. Fernando Janssen, historiador y docente de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima (Perú), afirmó que la llegada del cristianismo a América propició “la desaparición de ese tipo de sacrificios humanos”, que así como en Perú, ocurrió en otros países como México durante el dominio azteca.
El sacerdote indicó que la evangelización del país permitió el acercamiento del hombre a Dios y la erradicación de este tipo de actos contra la vida humana, ya que “una de las características de la religión católica es la no violencia”, al contrario de otras civilizaciones donde se realizaban “ofrendas a la divinidad que conlleven al sufrimiento de una persona, ya sea a través de sacrificios humanos, ofrendas de una persona o partes de ella”.
Los cuerpos hallados datan entre los siglos XIII y XV, y se suman a otros descubrimientos realizados en el 2018, cuando se encontraron 140 niños, de entre 5 y 14 años, según National Geographic.
Los restos encontrados el 27 de agosto pertenecen a la civilización Chimú, una de las más poderosas de la costa norte del Perú y que fue conquistada por los incas hacia el año 1470.
Un equipo de arqueólogos descubrió los restos de 227 niños ofrecidos en un ritual de la cultura precolombina Chimú, en la costa norte de Perú. Puede ser el hallazgo más grande de sacrificios de infantes del mundo #AFP https://t.co/ZZstVzT0dn pic.twitter.com/dHSGBiApxL
— Agence France-Presse (@AFPespanol) August 29, 2019
“Como en la mayor parte de las civilizaciones del mundo, lo mejor que se podía ofrecer a la divinidad eran las personas mismas. Generalmente, cuando había problemas como cambios climáticos, ocurrían una gran cantidad de sacrificios humanos a la divinidad, con el fin de lograr que cambie su mal humor, su mal genio, y deje de castigarlos con desastres naturales por alguna falta cometida”, explicó.
Según indicó la BBC, los niños sacrificados “muestran signos de ser asesinados durante el clima húmedo y fueron enterrados frente al mar”. El arqueólogo Feren Castillo dijo que donde se cava, se encuentran más restos.
El presbítero recordó que en el mundo andino se pensaba que si no se hacía el sacrificio, la divinidad enviaría un castigo. Esta creencia fue contrarrestada con el catolicismo, que “no habla de castigos, sino de actos de amor”.
“Ofrecemos a Dios nuestras intenciones y oraciones. No hacemos un sacrificio a la divinidad, sino que a manera de agradecimiento al acto de amor que Dios hizo por nosotros lo acompañamos y nos unimos a Él en su pasión. No hay un intercambio comercial, pues todo se basa en relaciones de amor y de confianza. Al acto de amor de Dios, nosotros respondemos de la misma manera”, explicó.
En ese sentido, el P. Fernando Janssen señaló que la llegada del cristianismo a América propició “la desaparición de ese tipo de sacrificios humanos”, muchas de cuyas víctimas fueron mujeres y niños.
Los españoles y primeros evangelizadores llegaron al Perú en septiembre de 1532, año en el que Francisco Pizarro capturó al Inca Atahualpa en Cajamarca y propició el fin del imperio incaico.
“La llegada de la religión católica significó la incorporación del Perú al mundo, pues el mundo andino estaba aislado”, señaló.
Según el P. Janssen, con la evangelización se dio un proceso de interacción del país con el mundo, al igual que un enriquecimiento que le permitió adoptar otros elementos culturales, creando un mestizaje.
“No hay una dominación, sino una integración. El Perú surge precisamente de ese mestizaje, fruto de la unión de esas dos culturas”, aseveró. De acuerdo con el sacerdote, se da una verdadera y mayor cercanía de la persona con Dios que en el mundo andino no tenía.
La religión católica permite que se sienta cercano a Dios. “Tanto así que se facilitan los medios de acceso a Dios: el peruano comenzó a pedir agua bendita y sacramentales”, indicó.
El poblador andino, señaló, acoge esa religiosidad y la adopta rápidamente. “La divinidad no está lejos. La religión católica les llevó a un Dios cercano, a un Dios que estaba con ellos, un Dios que los ayudaba, que era solidario, un Dios que no les pedía nada a cambio”, afirmó.
En otro momento, el P. Janssen recordó que la conservación del quechua, el idioma de los incas, fue propiciada por Santo Toribio de Mogrovejo a través del catecismo, quien viajaba por el país para dar a conocer a las personas la cercanía de Dios con ellos.
“La religión católica brindó a los indígenas educación y cultura, fomentó la lectura, la escritura, así como la posibilidad de expresarse para que otras personas conozcan lo que ellos pensaban, tal y como [el cronista] Huamán Poma de Ayala, indígena que aprendió a leer y a escribir gracias a la Iglesia, que enviaba documentos al mismo rey de España”, manifestó.
Asimismo, enfatizó que desde el principio la Iglesia defendió al indígena cuando hubo excesos durante la instauración del virreinato. “Eso impactó al mundo andino, saber que Dios está contigo y que los acompaña”, señaló.
En ese sentido, ante las críticas de quienes se manifiestan contra la llegada del catolicismo a América, el P. Fernando Janssen recordó que la Iglesia no obliga a las personas a acoger el cristianismo.
“Si la gente percibiera al catolicismo como un mal, lo abandonaría inmediatamente”, aseguró, e indicó que los habitantes andinos “no ven la religión como un elemento intrascendente u opresivo, sino como un elemento fundamental en sus vidas y que los ayuda a ser mejores personas”.
“Ellos sienten que progresan del lado de la fe, y que su relación con Dios los fortalece”, puntualizó.
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