La Santa Sede ha presentado un amplio documento sobre el deporte en el que destaca sus valores y beneficios y el papel que juega la Iglesia en él, pero donde a su vez alerta del peligro de convertir a los atletas en máquinas, del ansia de ganar dinero o del dopaje y la corrupción.
Con el título de “Dar lo mejor de uno mismo”, el primer documento tan extenso sobre este tema, que ha sido elaborado por la sección de Deporte del Discaterio para los Laicos, la Familia y la Vida, trata en profundidad cuatro desafíos a los que tiene que enfrentarse el deporte.
En el mismo, se afirma que “la Iglesia quiere elevar su voz al servicio del deporte”. “La Iglesia se siente corresponsable del deporte y de la salvaguardia de las situaciones que lo amenazan todos los días, en particular del engaño, las manipulaciones y el abuso comercial”.
Al mismo tiempo que muestra su disposición a “estar al servicio de todos los que trabajan en el deporte”, advierte del peligro de reducir el cuerpo humano “al estatus del objeto” o “utilizado como una simple máquina”. “Cuando los jóvenes se forman de esta manera, corren el riesgo de vender su propia afectividad, lo que compromete su capacidad del sentido de intimidad” lo que “tiene un impacto negativo en su habilidad para establecer una relación íntima física y emocional, que es uno de los dones y gracias de la vida matrimonial”.
La Santa Sede se muestra convencida de que los deportistas ser “de gran ayuda para los demás, especialmente para los jóvenes, que están inmersos en una sociedad en rápido desarrollo donde hay una pérdida generalizada de valores y una desorientación cada vez mayor”.
Por otro lado, el Vaticano denuncia que “los padres, los entrenadores y las sociedades a menudo fabrican atletas para garantizar el éxito y satisfacer esperanzas de medallas, récords, lucrativos contratos publicitarios y riqueza”. “Es posible ver este tipo de aberraciones en la alta competición de deportes infantiles”, y “no se pueden justificar éticamente aquellos deportes que inevitablemente causan daños serios en el cuerpo humano”, añade el texto.
El dopaje
El documento profundiza sobre este aspecto y lamenta que aún hoy lo practican muchos atletas. “Del dopaje nacen una serie de problemas morales, ya que se corresponde con los valores de salud y juego limpio”, pero es también “un buen ejemplo de cómo la mentalidad de ‘ganar a toda costa’ corrompe el deporte violando las reglas que lo constituyen”.
El problema del doping “físico y mecánico” no se soluciona “con apelar solamente a la moral o la ética de los atletas”, sino que es “responsabilidad de las organizaciones internacionales crear reglas efectivas y condiciones básicas a nivel institucional que respalden y recompensen a los atletas individualmente por su responsabilidad y reduzcan cualquier incentivo para recurrir al dopaje”.
Corrupción
Destacable es también el campo que le dedica a este asunto, en el que como ya ha hecho tatas veces la Iglesia, denuncia que la corrupción “también puede arruinar el deporte”. “Se usa para explotar el sentido de competencia deportiva de jugadores y espectadores que son engañados deliberadamente y decepcionados”.
El Vaticano denuncia también los sobornos “en relación a las apuestas deportivas”. “Si muchos deportistas y entusiastas del deporte son engañados solo para que unos pocos puedan enriquecerse descaradamente, esto también amenaza la integridad del deporte”.
Enfrentamiento y desprecio de los espectadores
El último de los peligros es el que respecta directamente a los espectadores y aficionados, quienes a veces “desprecian a los oponentes o los árbitros”. “Este comportamiento puede deteriorarse y transformarse en violencia, ya sea vocalmente o físicamente”.
“Los equipos, las federaciones y ligas, ya sea en las escuelas, a nivel de élite o en deportes profesionales, tienen la responsabilidad de garantizar que el comportamiento del espectador respete la dignidad de todas las personas que participan o asisten a eventos deportivos”, dice el documento.
Publicar un comentario