Esta obliga desde los 14 años a abstenerse de comer carne los días viernes y el tiempo de Cuaresma en honor a la Pasión de Jesús. Además, se realiza abstinencia y ayuno (una sola comida al día) el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
No obstante la abstinencia se puede cambiar por otro sacrificio, dependiendo de lo que dicten las Conferencias Episcopales de cada país, pues ellas son las que tienen autoridad para determinar las diversas formas de penitencia cristiana.
Con este sacrificio, al igual que con el ayuno, se trata de que todo nuestro ser (espíritu, alma y cuerpo) participe en un acto donde reconozca la necesidad de hacer obras con las que reparemos el daño ocasionado con nuestros pecados y para el bien de la Iglesia.
En el video, el P. Donato Jiménez comenta que esta práctica tiene una raíz histórica. Antiguamente, el precio de la carne era alto y se consideraba como suculentos los platos hechos a base de este alimento. Por ello, abstenerse de consumirla era un signo de austeridad.
Actualmente, tenemos diversas comidas agradables fácilmente accesibles como la comida rápida, licor o dulces. Si tenemos una predilección especial por alguno de los alimentos mencionados, podemos abstenernos de ingerir algunos.
“Podemos hacer la abstinencia de diversas maneras, realizando un ayuno más intenso. Lo importante es el espíritu, es decir, la verdadera abstinencia no está únicamente en privarnos de carne sino de otros manjares exquisitos”, dijo el Padre Donato.
Se considera que este tipo de ayuno es más intenso porque la persona renuncia a lo que le gusta comer, una renuncia que refuerza la voluntad y eleva el espíritu.
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