La “muerte con dignidad” no es suicidio asistido, explican religiosas

WASHINGTON D.C., 07 Abr. 15 (ACI/EWTN Noticias).- Mientras que diversos estados en Estados Unidos consideran legalizar el suicidio asistido, la “muerte con dignidad” aparece como algo claramente distinto para los pacientes al cuidado de las Hermanitas de los Pobres.

En sus 27 años con la orden que cuida de los “ancianos pobres”, la hermana Constance Veit asegura que ella nunca ha visto u oído a un paciente pidiendo una prescripción letal.


“Pienso que eso es porque están rodeados con una presencia espiritual y humana cariñosa en nuestros hogares”, dijo en una conferencia en la Heritage Foundation (Fundación Herencia) de Estados Unidos.


La hermana Constance fue parte de un reciente panel en Washington D.C., sobre el cuidado respetuoso de los ancianos enfermos. El evento tuvo como título “Vivir la vida al máximo”.


Los cuidados paliativos han captado estuvieron en el centro de la atención a nivel nacional a fines del año pasado, cuando Brittany Maynard, de 29 años, anunció públicamente su decisión de tomar una prescripción letal en vez de sufrir un cáncer terminal.


Al describir su situación, Maynard usó palabras que la hermana Constance asegura nunca haber escuchado de pacientes bajo su cuidado, tales como “dolor prolongado sin sentido” y “sufrimiento y vergüenza prolongada involuntaria”.


“Nunca he escuchado de nuestros residentes usar la palabra ‘vergüenza’ en el contexto de su sufrimiento y muerte”, dijo.


La historia de Maynard captó la atención de muchos y puso sobre la mesa un debate nacional sobre el suicidio médicamente asistido, que ya es legal en algunos estados. El senado del estado de Colorado rechazó un proyecto de ley de suicidio asistido en febrero de este año, pero otros estados están considerando proyectos de ley similares.


El Centro Nacional de Muerte con Dignidad está promoviendo estas leyes alrededor del país.


Críticos aseguran que estas leyes presionarían injustamente a los ancianos y discapacitados para acabar con sus vidas. Tales leyes, advierten, normalizarían el suicidio como una solución a problemas y afectarían el respeto a la vida en la cultura estadounidense.


Cuidando a ancianos en sus días finales, las Hermanitas de los Pobres dicen que un paciente o sus seres queridos pueden experimentar una tremenda cantidad de bien en sus últimos días juntos, que se perderían si decidieran acabar con su vida prematuramente.


Los pacientes de las Hermanitas son cuidados y se les alivia el dolor. Todo lo que se pueda hacer por el paciente enfermo se intenta.


“Diría que la habitación de una persona moribunda casi se convierte en el centro espiritual de nuestra casa en ese punto por esos días, dijo la hermana Constance. “Nuestro hogar es su hogar”.


Las hermanas se aseguran de proveer una “presencia pacífica, llena de oración” para el paciente moribundo, “por tanto tiempo como tome hasta que tengan su tránsito de esta vida a la próxima”.


Y puede ser un tiempo rico de sanación para la familia. La hermana Constance recordó cómo las hermanas mantuvieron una vigilia de ocho días por una mujer moribunda. Aunque ella no estaba consciente, miembros de su familia se reconciliaron uno con el otro durante ese tiempo, y algunos que estuvieron alejados incluso volvieron a la fe.


“Hay mucho para ser compartido, aprendido, y ganado a través de estos intensos momentos, que son apartados de las personas cuando una vida es prematuramente acabada”, dijo.


“La mayoría de los miembros de la familia involucrados con los residentes que fallecen en nuestros hogares lo experimentan como un momento de gracia y algo de belleza”, añadió, “es raro que sientan que fue otra cosa diferente a un momento espiritual y humano muy poderoso”.


Otros miembros del panel expresaron preocupaciones sobre las leyes del suicidio médicamente asistido.


El Dr. Farr A. Curlin, profesor de Humanidades Médicas de Josiah C. Trent en la Escuela de Medicina de la Universidad Duke, dijo que las leyes traerían nuevas y grotescas preguntas al debate nacional.


La gente podría comenzar a preguntar a un paciente enfermo terminal “¿Por qué aún estás vivo?”, dijo. Aquellos pacientes podrían comenzar a sentirse inútiles para la sociedad y “sentirán la presión para salir de escena”.


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