Cuando el clima es bueno, se pueden ver los pueblos cristianos ubicados en la Meseta de Nínive que ahora están bajo control del ISIS.
“Allá está mi pueblo, Batnaya”, dice el sacerdote caldeo, señalando en dirección a la comunidad que fue una vez cristiana. “Yo fui el último en salir Batnaya. Los yihadistas llegaron poco después”.
Decenas de sacerdotes y religiosos se han convertido en personas sin hogar el año pasado como consecuencia de la ofensiva de ISIS. No solo han perdido sus conventos, iglesias y monasterios, sino que también escuelas y hogares para niños. Toda la infraestructura de un apostolado construida durante muchos años.
“Hemos perdido 23 de nuestros monasterios y casas”, dijo la Hermana Suhama a la asociación católica internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada. La religiosa dominica ahora vive en un poblado de casas adosadas cerca de Erbil, capital del Kurdistán.
“Éramos 26 religiosas solo en Qaraqosh. Dejamos una vida comunitaria floreciente allí. Algunas de nuestras hermanas están teniendo problemas para sobreponerse de la pérdida. Por la noche sueñan con poder volver pronto”, lamenta.
Una religiosa llora en silencio mientras escucha. La comunidad explica que catorce hermanas mayores han muerto desde que huyeron. “Las personas necesitan sentir que la Iglesia permanece cerca de ellos”, afirmó la hermana Suhama.
“Es nuestro trabajo estar con nuestra gente. No creo que esto suceda, pero debería llegar el día en que el último cristiano abandone Irak, nosotros, los sacerdotes y religiosas seremos los últimos en irnos”, aseguró.
Muchos de los religiosos, sacerdotes y seminaristas que se han visto obligados a huir del ISIS reciben apoyo de Ayuda a la Iglesia que Sufre. La organización ofrece estipendios de Misa para los sacerdotes así como ayuda de emergencia directa para conseguir vivienda y otros recursos básicos.
Los seminaristas Martin y Randi también se encuentran entre quienes han perdido sus hogares. Los jóvenes ahora estudian en el seminario de Erbil.
“ISIS ha fortalecido nuestra vocación”, afirmó Randi con profunda convicción. “Las personas que han sobrevivido son un milagro. Eso me demuestra que Dios es un Dios de la vida y no de pertenencias ni objetos. Dios cuida de nosotros”.
Martin concuerda con Randi. El caldeo proveniente de Karamlish, un pueblo cerca de Qaraqosh, ya es diácono. “Sólo deseo ser consagrado como sacerdote cuando pueda celebrar la primera Misa en mi pueblo. Me doy cuenta de que esto puede tardar meses o más”.
El diácono Martin ha tomado conscientemente la decisión de permanecer en Irak a pesar de que sus padres están en Estados unidos y podrían ingresarlo fácilmente al país. “Mi lugar está aquí. Aquí es donde yo quiero servir a la gente”, expresa el seminarista.
Randi también se siente responsable de quedarse y servir a los fieles. “Nuestro rebaño puede ser aún más pequeño en el futuro, (pero) nosotros cristianos todavía tenemos un trabajo importante que hacer aquí. Tenemos que reconstruir nuestro país”.
“A pesar de todo, tenemos que aprender nuevamente a vivir con los musulmanes. Tenemos que enseñarles a nuestros niños a respetar y estimar al otro”.
Traducido por Bárbara Bustamante
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— ACI Prensa (@aciprensa) abril 20, 2015
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