Los ciudadanos de segunda clase son quienes descartan a la gente, dice el Papa a gitanos

El Papa Francisco recibió este jueves en el Vaticano a un grupo de 500 gitanos (romanís y sintis) a quienes les dijo que “los ciudadanos de segunda clase” son aquellos que descartan a la gente.

La Oficina de Prensa del Vaticano informó que durante el encuentro varios representantes de romanís y sintis hablaron ante el Santo Padre de sus experiencias de vida y rezaron juntos.

En su discurso, Francisco destacó que “es cierto que hay ciudadanos de segunda clase, es cierto. Pero los verdaderos ciudadanos de segunda clase son aquellos que descartan a la gente: estos son de segunda clase, porque no saben cómo abrazar. Siempre con el adjetivo echan, descartan y viven descartando, viven con la escoba en la mano echando a los demás, o chismorreando, o haciendo otras cosas”.

En cambio, destacó, “el verdadero camino es el de la hermandad: ‘Ven, luego hablamos, pero ven la puerta está abierta’. Y todos tenemos que colaborar”.

“Algo que me enfada –continuó el Pontífice- es que estamos acostumbrados a hablar de las personas con adjetivos. No decimos: ‘Esta es una persona, esta es una madre, este es un joven sacerdote’, sino ‘este es así o así’. Ponemos el adjetivo. Y esto destruye, porque no deja emerger a la persona”.

“No podemos decir: son así, son feos, son buenos, son malos. El adjetivo es una de las cosas que crea distancias entre la mente y el corazón. Este es el problema de hoy. Si me decís que es un problema político, un problema social, un problema cultural, un problema de lenguaje: son todas cosas secundarias. El problema es un problema de distancia entre la mente y el corazón. Es un problema de distancia”.

El Papa pensó que ante la discriminación que sufren en Europa y en otros lugares, los gitanos pueden dejar crecer el rencor. “Por supuesto, es humano. Pero les pido, por favor, el corazón todavía  más grande: nada de rencor. Y seguir adelante con dignidad: la dignidad de la familia, la dignidad del trabajo, la dignidad de ganarse el pan de cada día, -es lo que hace salir adelante- y la dignidad de la oración”, exhortó.

Francisco compartió con los asistentes que, al ver a los pequeños, se vio alentado, pero precisó que “la esperanza puede defraudar si no es verdadera esperanza, pero cuando la esperanza es concreta, como en este caso, en los ojos de los niños, ¡nunca defrauda!”.

“Cuando la esperanza es concreta, en el verdadero Dios, nunca defrauda. Las madres que leen la esperanza en los ojos de sus hijos luchan cada día por lo concreto, no por las cosas abstractas, no: crían a un niño, lo alimentan, lo educan, lo insertan en la sociedad. Son cosas concretas. E incluso las madres, me atrevo a decir, son la esperanza”.

“Una mujer que da a luz a un niño es esperanza, siembra esperanza, es capaz de abrir el camino, de crear horizontes, de dar esperanza”, destacó el Papa.

“El amor es civilización, por lo tanto, adelante con el amor. El Señor os bendiga. ¡Y recen por mí!", concluyó.

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