En su primer discurso del viaje apostólico a Rumanía, el Papa Francisco defendió, este viernes 31 de mayo en el Palacio Presidencial de Bucarest, la plena identidad rumana de la Iglesia católica en el País.
El Santo Padre señaló que en Rumanía “la Iglesia Católica no es extranjera, sino que participa plenamente en el espíritu nacional rumano, como lo demuestra la participación de sus fieles en la formación del destino de la nación, en la creación y el desarrollo de estructuras de educación integral y formas de asistencia típicas de un Estado moderno”.
Por eso, “desea contribuir a la construcción de la sociedad y la vida civil y espiritual de vuestra hermosa tierra de Rumania”.
Explicó que “la Iglesia Católica quiere contribuir a la construcción de la sociedad, quiere ser un signo de armonía, esperanza de unidad y ponerse al servicio de la dignidad humana y el bien común. Desea colaborar con las Autoridades, con las demás Iglesias y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad para caminar juntos y poner sus talentos al servicio de toda la comunidad”.
En su discurso, el Papa destacó la pluralidad religiosa de Rumanía, un país principalmente ortodoxo donde los católicos son minoría.
Defendió que “las Iglesias cristianas pueden ayudar a redescubrir y alimentar ese corazón palpitante del que brote una acción política y social que partiendo de la dignidad de la persona lleve a comprometerse con lealtad y generosidad por el bien común de la comunidad. Al mismo tiempo, se esfuerzan por convertirse en un reflejo creíble y en un testimonio atractivo de la acción de Dios, promoviendo entre ellas una verdadera amistad y colaboración”.
Por otra parte, el Santo Padre invitó a los rumanos a “dirigir una mirada de conjunto sobre los últimos treinta años desde que Rumania se liberó de un régimen que oprimía la libertad civil y religiosa, la aislaba de otros países europeos y la llevaba también al estancamiento económico y al agotamiento de sus fuerzas creadoras”.
“Durante este tiempo, Rumania se ha comprometido en la construcción de un proyecto democrático a través del pluralismo de las fuerzas políticas y sociales, y del diálogo recíproco en favor del reconocimiento fundamental de la libertad religiosa y la plena integración del país en el amplio escenario internacional”.
Además, también subrayó el reto al que debe hacer frente Rumanía ante el fenómeno de la emigración, “que ha afectado a varios millones de personas que han abandonado sus hogares y sus países de origen para buscar nuevas oportunidades de trabajo y de una vida digna”.
“Pienso en la despoblación de tantas aldeas, que en pocos años han visto marcharse a un número considerable de sus habitantes; pienso en las consecuencias que todo esto puede tener sobre la calidad de vida en esos territorios y el debilitamiento de sus más ricas raíces culturales y espirituales que los sostuvieron en la adversidad”.
Por ello, quiso rendir homenaje “a los sacrificios de tantos hijos e hijas de Rumania que enriquecen con su cultura, su idiosincrasia y su trabajo, los países donde emigraron y ayudan con el fruto de su empeño a sus familias que quedaron en casa”.
“Pensar en los hermanos y las hermanas que están en el extranjero es un acto de patriotismo. Es un acto de hermandad. Es un acto de justicia. Continuad haciéndolo”, exhortó.
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