Obispo responde a campaña para sacar símbolos religiosos de espacios públicos en Argentina

El Obispo de San Francisco (Argentina), Mons. Sergio Buenanueva, se refirió a los recientes actos a favor de remover los símbolos religiosos del espacio público y señaló que “la Iglesia reconoce el principio de la laicidad del Estado como una forma de tutelar la libertad religiosa de los ciudadanos”.

El lunes 27 de agosto, estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), removieron una imagen de la Virgen María y colocaron en su lugar un pañuelo verde y otro naranja en apoyo a la campaña por el aborto libre y a la separación de la Iglesia con el Estado.

El hecho ocurrió durante una asamblea interclaustros en la que se resolvió sacar todas las imágenes religiosas del establecimiento.

Un día antes del incidente en la UNC, cinco diputados del bloque Cambiemos presentaron un proyecto de ley para remover símbolos e imágenes religiosas de los espacios públicos, bajo el argumento de que “no se condicen con la laicidad del Estado nacional”.

Frente a esto, Mons. Buenanueva explicó en una reflexión que “Argentina tiene una tradición católica multisecular, pero también una corriente laica que ha configurado aspectos importantes de su vida”.

“La convivencia de ambas perspectivas no suele ser muy amable. En ocasiones -y esta puede ser una- los chispazos pueden hacerse más visibles. Y, así como existe un integrismo católico, también conocemos un integrismo laicista, tan agresivo, dogmático y rigorista”, señaló.

Explicó que hay cuestiones “no negociables” para los católicos en la concepción de la convivencia ciudadana. Estas son la intangibilidad de la vida humana desde su concepción hasta su término natural; la identidad del matrimonio y la familia; el derecho de los padres a determinar la educación de sus hijos; el bien común de la sociedad; la atención a los más pobres y vulnerables.

Por lo tanto, el debate de los símbolos religiosos en el espacio público es una “materia opinable, abierta a distintas formas de realización, como de hecho ocurre en diversos países y culturas. No creo que se lo pueda plantear como una cuestión absoluta, a favor o en contra”.

Mons. Buenanueva subrayó la importancia de “no confundir el espacio público con el Estado. O suponer que el espacio público le pertenece al Estado”, ya que el espacio público es de todos los ciudadanos y refleja nuestra realidad, también nuestra diversidad”.

El Estado, precisó, “administra y regula que el uso del espacio público esté suficientemente garantizado para todos, resguardando la libertad de expresión (uno de los pilares de la democracia). También habría que distinguir aquí lo que son dependencias del Estado, cuya laicidad es un rasgo legítimo, también reconocido como tal por la Iglesia”.

El obispos tomó como ejemplo la respuesta “de peso” del gobierno italiano al Tribunal de la Unión Europea que dictaminó la retirada de las cruces de los colegios públicos, en la que considera la cruz como un “símbolo religioso expresivo de la identidad cultural de Italia”.

“¿Esto significa que los símbolos tienen que desaparecer de los espacios públicos? No necesariamente. Pienso que, aunque muchos ciudadanos ya no adhieran a la fe católica o no formen parte activa de esta comunidad religiosa, siguen reconociendo como expresivos de sus valores espirituales y morales a estos símbolos”, reconoció Mons. Buenanueva.

Aclaró que “un caso distinto se da cuando se trata de poner un símbolo religioso nuevo en un espacio público que hasta ahora no tenía ese tipo de expresiones. En principio, habría que generar un saludable debate entre los ciudadanos directamente involucrados a fin de arribar a alguna forma de consenso favorable o no a la colocación del símbolo religioso”.

Destacó que todo este debate supone “un ejercicio de convivencia en el que no solo talle fuerte la virtud de la tolerancia sino también el explícito reconocimiento de que el otro, especialmente si diverso de mí, de mis valores e ideas, es un semejante con derechos similares a los míos, y que, por lo mismo, tiene también el derecho de expresar sus convicciones espirituales en el espacio que es de todos”.

“Solo en democracia los ciudadanos podemos discutir sobre todo, incluso acaloradamente, pero respetándonos y defendiendo recíprocamente ese alto valor democrático que es el derecho a la libre expresión”, concluyó Mons. Buenanueva.

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