El Arzobispo de Santiago de Cuba, Mons. Dionisio Romero García, defendió la naturaleza del matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, y en ese sentido advirtió que abrir las puertas al “matrimonio homosexual” en la nueva Constitución traerá consecuencias lamentables para el país.
El lunes 13 de agosto se abrió en Cuba el debate sobre el proyecto para reformar la Constitución vigente desde 1976. El texto, previamente analizado por la Asamblea Nacional, debe ser discutido hasta el 15 de noviembre en unas 135 mil reuniones dirigidas por más de 7.600 dúos de ciudadanos seleccionados por el régimen.
Concluidas las reuniones, las propuestas serán reunidas en un informe que se entregará a la Comisión Nacional de la Reforma Constitucional. Esta reelaborará el proyecto y lo presentará a la Asamblea Nacional para ser nuevamente discutido y sometido a aprobación. El último paso es la convocatoria a un referéndum nacional el 24 de febrero de 2019.
Entre sus varios puntos, el proyecto reconoce la propiedad privada, pero no incorpora modificaciones del sistema político. Así, aunque elimina el término “comunismo”, mantiene el "carácter socialista del sistema político y social" del país y al Partido Comunista de Cuba como "fuerza dirigente superior". Además redefine el matrimonio como la "unión entre dos personas", lo que abriría las puertas a una posterior legalización del matrimonio gay.
Sobre este último punto se pronunció Mons. Dionisio García en una publicación titulada “Consideraciones oportunas acerca del matrimonio”, para advertir que cambiar en la Constitución la definición de matrimonio como “la unión voluntaria de un hombre y una mujer” por “la unión voluntariamente concertada entre dos personas con aptitud legal para ello”, podría hacer que luego se aprueben leyes que “legalicen el matrimonio entre dos personas del mismo sexo” y “se les permita adoptar niños o niñas privándoles a éstos desde el nacimiento de tener un padre o una madre”.
Incluso, señaló, que “se modifique el contenido educativo en la escuela, medios de comunicación, ámbitos culturales, para adaptarlos a esa nueva propuesta”.
En su texto, el Arzobispo señaló que quienes defienden este cambio dicen que es para hacer justicia a las personas que conviven y comparten sus bienes y no son un matrimonio. “Si el dilema es no dejar desvalidas a estas personas, se deben buscar los medios legales que protejan a quienes se encuentren en esos casos, pero esto no debe tomarse como argumento para cambiar la definición de una institución de orden natural como es el matrimonio que ha resguardado la continuidad de la humanidad, a lo largo de los siglos”, expresó.
Asimismo, dijo que “es falso alegar que es propio de una revolución hacer cambios como este, romper con las tradiciones”. El matrimonio entre un hombre y una mujer “no es una tradición, sino que es un hecho inherente a la naturaleza humana”, afirmó en el texto publicado el 30 de agosto en el sitio web de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
“Nos podríamos preguntar ¿De dónde surgen y nos llegan estas ideas tan ajenas a nuestra cultura? De países en los que existen grupos poderosos con gran capacidad económica y de influencias. Se valen del creciente proceso de globalización y tratan de influir para crear una cultura uniforme que acepte y adopte sus criterios descalificando a los de los otros. Es lo que entre nosotros a veces se ha llamado el ‘imperialismo cultural’”, denunció el Prelado.
Mons. García dijo a los cubanos que estos grupos “han penetrado los organismos internacionales, de tal manera, que muchos de éstos y gobiernos de países ricos influyen en países menos desarrollados necesitados de ayudas económicas, financiando en ellos a grupos afines a sus ideas y presionando a los gobiernos de los mismos hasta el punto de condicionar, en muchas ocasiones, la ayuda económica, para que apliquen políticas como estas. Es un nuevo colonialismo ideológico”.
En ese sentido, alertó a los cubanos que “ignorar lo que por naturaleza nos ha sido dado o ir en contra de las leyes y procesos inscritos, incluso genéticamente, en nuestro ser trae siempre consecuencias lamentables ya sea de inmediato o con el correr de los años”.
“La naturaleza del matrimonio es la convivencia y ayuda mutua entre los cónyuges y la procreación y educación en común de los hijos. Así ha sido concebido y vivido el matrimonio en todas las culturas y pueblos”, añadió.
Mons. García también señaló que es “simplista” decir que solo los cristianos se oponen a definir como matrimonio la unión entre dos personas del mismo sexo. “Entre los que rechazan este tipo de unión hay hombres y mujeres, creyentes y no creyentes, cristianos y no cristianos, científicos y personas con menos preparación, del campo y de la ciudad, civiles y militares, adultos y jóvenes”.
“Es un abanico en el que está representado todo nuestro pueblo y es natural que sea así, pues esta postura está avalada por la experiencia, la historia y las ciencias que estudian al ser humano y su comportamiento”, afirmó.
Finalmente, el Arzobispo de Santiago de Cuba dijo que “nos sentimos agradecidos de que el tema de la familia esté generando tantos intercambios, inquietudes y preocupación, es muestra de compromiso cívico. Esto nos obliga también a tomar conciencia de nuestra responsabilidad en su cuidado, crecimiento y estabilidad”.
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