Al comienzo de la Misa en el Parque Fénix de Dublín este domingo 26 de agosto, el Santo Padre sorprendió a más de uno al reemplazar el acto de perdón comunitario habitual, por el pedido de perdón al Señor “por estos pecados, por el escándalo y la traición sentida por tantos en la familia de Dios”.
También pidió “a nuestra Madre Santísima que interceda por la curación de todos los sobrevivientes de abuso de cualquier tipo y que confirme a cada miembro de la familia cristiana con el propósito decidido de no permitir nunca más que estas situaciones vuelvan a repetirse”.
En la liturgia, el Acto penitencial permite que los fieles inicien la celebración eucarística con la actitud correcta para “celebrar dignamente los sagrados misterios”, es decir, reconociendo ante Dios y el resto de bautizados que cada uno es pecador y busca la misericordia de Dios.
Este acto se realiza de forma comunitaria con una fórmula de confesión general que es pronunciada en primera persona del singular de la siguiente manera:
“Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor. Amén”.
En el pedido de perdón, el Papa también se disculpó por las veces que la Iglesia no brindó ayuda a los sobrevivientes, por los miembros de la jerarquía que no se hicieron cargo, y por aquellos jóvenes que en su momento fueron alejados de sus madres.
El Papa concluyó: “El Señor mantenga y acreciente este estado de vergüenza y de compulsión, y nos dé la fuerza para trabajar para que nunca más sucedan y para que se haga justicia. Amén”.
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