En una carta a la Eparquía de San Pedro de los Caldeos en San Diego, California (Estados Unidos), recogido por la agencia vaticana Fides, Mons. Sako recordó a los sacerdotes y religiosos que emigraron que “su futuro se apoya en el Señor y en dar un testimonio de Cristo no solo con las palabras, sino con el ejemplo, en negarse a sí mismos, amando y sirviendo a su pueblo, especialmente aquellos necesitados”.
En febrero de este año, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informó en un boletín que la violencia desatada en Irak por el Estado Islámico (ISIS) ha ocasionado más de 3,3 millones de desplazados internos en el país desde enero de 2014.
Según un informe de Naciones Unidas publicado a inicios de 2016, entre enero de 2014 y octubre de 2015 más de 18 mil 800 civiles fueron asesinados y otros 36 mil han resultado heridos.
En marzo de este año, Estados Unidos reconoció como “genocidio” los crímenes de ISIS contra los cristianos y otras minorías religiosas en Medio Oriente y otras regiones que están bajo su poder.
Los sacerdotes y religiosos, precisó Mons. Sako, “no deben buscar condiciones de vida confortables, sino servir a los hermanos siguiendo a Cristo, aceptando también cargar la cruz, cuando lo requieran las circunstancias”.
“Esta es la razón por la que nadie puede dejar su diócesis o comunidad religiosa sin la aprobación formal del Obispo o superior, como también fue reiterado en el Sínodo de los Obispos Caldeos en junio de 2013”, señaló.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 18 de abril de 2016
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