El Papa Francisco afirmó que el testimonio cristiano “produce fastidio a quienes tienen una mentalidad mundana”, y eso puede llevar a la persecución por causa de Cristo.
Así lo señaló el Pontífice durante la Audiencia General de este miércoles 29 de abril celebrada en la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano.
El Santo Padre señaló en su catequesis que “las estructuras de pecado, con frecuencia producto de la mentalidad humana, no pueden más que rechazar la pobreza, la mansedumbre o la pureza y declarar la vida según el Evangelio como un error y un problema, es decir, como algo que debe ser marginado”.
Por ese motivo, “si el mundo vive en función del dinero, aquel que demuestre que la vida puede realizarse en el don y en la renuncia se convierte en un fastidio para el sistema de la codicia”.
“Esta palabra, ‘fastidio’, es clave, porque el testimonio cristiano que hace tanto bien a tanta gente que lo sigue, produce fastidio en aquellos que tienen una mentalidad mundana. La viven como una imposición”.
En su catequesis, el Papa reflexionó sobre la última de las Bienaventuranzas: “Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos”.
“Esta bienaventuranza anuncia la misma felicidad que la primera: el Reino de los Cielos es de los perseguidos, así como de los pobres de espíritu. Comprendemos así que hemos llegado al final de un recorrido unitario delineado en los anuncios precedentes”.
Advirtió que “la pobreza de espíritu, el llanto, la mansedumbre, la sed de santidad, la misericordia, la purificación del corazón o las obras de paz pueden conducir a la persecución por causa de Cristo, pero esta persecución, al final, es causa de alegría y de gran recompensa en los cielos”.
“El sendero de las Bienaventuranzas es un camino pascual que conduce de una vida según el mundo a una según Dios, de una existencia guiada por la carne, es decir, por el egoísmo, a una guiada por el Espíritu”.
“El mundo, con sus ídolos, sus compromisos y sus prioridades, no puede aprobar este tipo de existencias”, advirtió.
Cuando en el mundo “aparece la santidad y emerge la vida de los hijos de Dios, en esa belleza hay algo incómodo que llama a una toma de posición: o dejarse poner en discusión y abrirse al bien, o rechazar la luz y endurecer el corazón, incluso hasta la oposición y la ira”.
Para el Pontífice “llama la atención ver cómo en las persecuciones de los mártires crece la hostilidad hasta la ira. Basta con ver las persecuciones del pasado siglo. De las dictaduras europeas. Cómo se llega a la ira contra los cristianos, contra el testimonio cristiano y contra la heroicidad de los cristianos”.
“Pero esto muestra que el drama de la persecución es también el lugar de la liberación del sometimiento al éxito, a la vanagloria y a los compromisos del mundo”.
El Papa se preguntó: “¿De qué se alegra quien ha rechazado el mundo por causa de Cristo? De haber encontrado algo que vale más que el mundo entero”.
“Pero debemos estar atentos también a no leer estas Bienaventuranzas en clave victimista, auto complaciente. De hecho, no siempre el desprecio de los hombres es sinónimo de persecución”.
“Existe también un desprecio que es culpa nuestra, cuando perdemos el sabor de Cristo y del Evangelio”.
El Papa Francisco finalizó su catequesis subrayando que “es necesario ser fieles al sentido humilde de las Bienaventuranzas, porque es aquello que nos lleva a ser de Cristo y no del mundo”.
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