Este seminarista era médico y ha vuelto al hospital para ayudar a afectados por COVID

Abraham Martínez Moratón es seminarista y médico. Cursa el primer curso en el Seminario San Fulgencio, en la diócesis de Cartagena, Murcia (España), pero cuando se decretó el Estado de alerta en España pidió permiso al rector del seminario para ponerse a disposición del Servicio Murciano de Salud y volver al hospital para luchar contra el COVID. 

Según precisan desde la Diócesis de Cartagena al decretarse el estado de alarma el pasado 15 de marzo, los seminaristas fueron enviados a sus casas durante un tiempo.

Sin embargo, él pidió permiso al Rector para ponerse a disposición del servicio Murciano de Salud y por eso se puso en contacto con el Hospital Reina Sofía para ponerse a disposición de sus antiguos jefes y comenzó a trabajar el 16 de marzo en el centro de Salud de Monteagudo.

Según explicó Abraham fue una “bendición ir todos los días a trabajar y, por la carretera de Alicante, divisar el Cristo de Monteagudo. Fue un ‘regalazo’ conocer a todo el personal, hicimos un trabajo en equipo muy bueno”.

En la localidad de Monteagudo estuvo unas semanas y posteriormente fue trasladado al Centro de Salud del barrio del Carmen de Murcia.

Allí se encontró con algunos de sus antiguos compañeros que quedaron sorprendidos al verle de nuevo. “Al verme me dijeron: Esto es un espejismo, ¿tú no estabas en el seminario?”, asegura.

Durante estas semanas Abraham ha compaginado sus estudios de Teología, con la actualización de los conocimientos de medicina y todo lo relativo al Covid-19.

Asegura que esta vuelta al campo sanitario le ha permitido tener más presente “la santificación día a día, ver en los pacientes el rostro de Cristo y rezar más por ellos”.

Y también ha reforzado su vocación porque, según afirmó: “Quiero ser discípulo de Jesús, él que es el médico de los cuerpos y las almas”.

De hecho, afirma que su vocación siempre ha sido la de ayudar a los demás, y por eso siempre quiso ser médico. Se formó en la Universidad de Murcia e hizo la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria. 

“Yo le decía a Dios: Si ya te estoy ayudando a través de la medicina ¿para qué más cosas? Pero también es cierto que siempre le he dicho, y le sigo diciendo, que lo que él quiera para mí. Me dio muchas pistas y me decía alto y claro, con señales luminosas, que mi camino era el seminario. Así, me fui inundando y enamorando tanto de él que tuve que decirle: Vale, Señor, me has robado el corazón, no me siento digno de este camino, pero si es lo que quieres…”, aseguró.

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