Así surgió la importante devoción a la Virgen de San Juan de los Lagos en México

La Catedral Basílica de San Juan de los Lagos es el segundo templo más visitado por peregrinos cada año en México, después de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, y su fiesta congrega a multitudes en las fiestas de la Candelaria, la Asunción y la Inmaculada Concepción. ¿Cómo surgió esta devoción?

La ciudad de San Juan de los Lagos, en el estado mexicano de Jalisco, surgió como un poblado a mediados del siglo XVI y era parte de la región conocida como Nueva Galicia.

En diálogo con ACI Prensa, el doctor Everardo López Padilla, responsable del Archivo Histórico de la Catedral, explicó que la imagen de la Virgen de San Juan de los Lagos fue fabricada por el español Matías de la Cerda en Pátzcuaro, Michoacán.

“Fue traída a San Juan por un franciscano llamado Fray Miguel de Bolonia”, dijo López Padilla. La imagen, que no era la titular del templo levantado en el poblado, quedó arrumada en la sacristía durante unos 80 años.

Sería un milagro ocurrido en 1623 lo que sacaría la imagen de la Virgen de la sacristía y despertaría la masiva devoción.

 

 

#VirgenDeSanJuan #PadreJaimeGutiérrez LA CASA DE DIOS ES CASA DE MARÍA A propósito del Libro Segundo de Samuel, 7,14-17, lectura de hoy, quiero compartirles que: El hombre siempre ha buscado la casa de Dios. Primero buscaron tener un lugar sagrado dedicado a ser altar para ofrecer sus sacrificios de expiación y de acción de gracias. Luego, los patriarcas de Israel la imaginaron como la escalera santa por la cual subían y bajaban los mensajeros de Dios con las súplicas de los hombres y con las gracias alcanzadas. Y cuando Dios lo constituyó como su pueblo a los hebreos, “Pueblo de Dios,” de una tienda hicieron su casa que caminaba con ellos como nube de bendición y de luz que los guiaba a la tierra prometida. Y no será hasta los tiempos gloriosos del Rey David que no quiere tener palacio hasta que Dios tenga su templo, donde more el Arca de la Alianza y esconda, tras del velo sagrado, su intangible divinidad. Llegada la plenitud de los tiempos, dice alborozado San Juan Evangelista que Dios puso su tienda en medio de nosotros, al encarnarse en el seno inmaculado de la Virgen María. Más adelante, cuando resucitó en una carne gloriosa el Señor Jesús, fuimos llamados a ser cada uno de nosotros, templos vivos de Dios y a la vez piedras vivas, del edificio que es la Iglesia, también llamada Templo de Dios y Cuerpo místico de Cristo. En estas firmes creencias, en el siglo XVI, caminó presurosa por nuestras tierras la Madre de Dios con el gran deseo de tener una Casa entre los naturales y habitantes de estas tierras. La tuvo, aquí, primero en el Tepeyac, y a los pocos años, también en el Pueblo de indios, bautizado con el nombre de San Juan Bautista. Entre nosotros, se han multiplicado las casitas y altarcitos con la más tierna devoción, todos muy firmemente convencidos de que el mejor camino para llegar a Dios es su Madre Santísima que, también es nuestra Madre, y que, con dolor, nos alumbró al pie de la cruz. Hoy, con gran alegría, como lo soñó el Rey David, le edificamos hace 250 años, este hermosísimo Palacio donde esté siempre la Madre de Dios, Nuestra Señora de San Juan, con su hijo en los brazos, como nos presenta señaladamente la Fiesta de nuestra Señora de la

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López Padilla señaló que “más o menos en diciembre de 1623, una familia de cirqueros españoles venían de San Luis Potosí hacia Guadalajara. Era un papá, una mamá y dos niñas. Lo que cuento está certificado en documentos que tenemos en la Catedral, porque son juramentos, cerca de 100 testimonios certificados de españoles e indígenas”.

La familia de cirqueros se detuvo en San Juan de los Lagos para descansar. Una noche, una de las niñas, de apenas siete años, se clavó una daga en el pecho mientras realizaba una pirueta, muriendo al instante.

El responsable del Archivo Histórico de la Catedral de San Juan de los Lagos indicó que los padres buscaron sin éxito un sacerdote en el poblado. En la época, el sacerdote más cercano se encontraba en el poblado de Jalostotitlán, a 20 kilómetros.

Sin embargo, una indígena llamada Ana Lucía se les acercó a los padres de la niña y les dijo “que no se preocupen, que la Cihuapilli, que en español quiere decir la Gran Señora, se las va a devolver buena y sana”, relató López Padilla.

“La niña es colocada en la mesa del altar y ahí es llevada la imagen de la Virgen, que estaba en cierto modo arrumbado en la sacristía del templo”, señaló.

“La Virgen fue colocada sobre el pecho de la niña, que ya estaba amortajada. Eso ocurrió sobre las 12 del día. A las 3 de la tarde, dicen los documentos, la niña empezó a moverse dentro de la mortaja”.

La niña, indicó el experto, fue encontrada por sus padres “buena y sana”, con nada más que la cicatriz en el lugar donde se clavó la daga.

El doctor López Padilla recordó que cuando San Juan Pablo II visitó San Juan de los Lagos en 1990, llamó a la imagen de la Virgen “una imagen resucitada y resucitadora. Resucitada porque sale del olvido en esa sacristía de 80 años de estar arrumbada. Y resucitadora porque le devuelve la vida a esta niña cirquera”.

Fueron los padres de la niña, que recorrieron el país con su espectáculo, quienes llevaron el testimonio del milagro.

“A través del tiempo la devoción fue creciendo, al grado que se construyeron tres santuarios hasta llegar el actual”, señaló.

El responsable del Archivo Histórico de la Catedral señaló que “en promedio” al año llegan doce millones de peregrinos.

“Para esta fiesta de la Candelaria, durante 15 días se calcula la llegada de dos millones de peregrinos”, dijo. “Tan solo en el día 2 de febrero el promedio de gente que ingresa son de 300 mil personas más o menos”.

“Y el 15 de agosto, fiesta de la Virgen de la Asunción, llegan entre millón y medio y dos millones”, añadió.

San Juan de los Lagos y la Guerra Cristera

San Juan de los Lagos, en la región conocida como los Altos de Jalisco, tuvo también un papel importante en la Guerra Cristera, el enfrentamiento entre civiles y el Estado mexicano anticlerical a inicios del siglo XX.

López Padilla dijo que la guerra detonó en San Juan de los Lagos “cuando matan a un adolescente, conocido como ‘el niño de las canicas’, que tenía un sombrero que decía Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe”.

El niño, recordó, jugaba a las canicas en la plaza principal de San Juan de los Lagos cuando un soldado le ordenó quitarse el sombrero. “El joven se niega a quitárselo y lo matan a balazos”, dijo.

Ante el asesinato del niño, “la gente se enciende y matan a ese soldado federal”, señaló. Así fue que en San Juan de los Lagos y las ciudades cercanas “se levantan en armas los rancheros y la gente de los pueblos”.

Además, para evitar ser dañada o destruida por las tropas federales, la Virgen de San Juan de los Lagos permaneció “ocultada por nueve meses en una casa piadosa”.

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