El estudioso musulmán radicado en Francia, Kamel Abderrahmani, publicó un artículo titulado “La inquisición de los tiempos modernos” en el que denuncia que la libertad de expresión está muriendo en el mundo islámico.
“En el mundo musulmán, la libertad de expresión está muriendo. Nadie puede expresarse libremente si lo que piensa va más allá de la estructura del pensamiento único y mayoritario. Cuando se habla de religión, la presión se multiplica, aumenta y el debate es prácticamente imposible”, escribe Abderrahmani en el texto publicado en francés en su página de Facebook y en la agencia Asia News, donde escribe habitualmente desde el año 2016 sobre cuestiones relacionadas al islam.
El musulmán denuncia que esta forma de proceder constituye una especie de “yihad judicial” con la que se entrega a la justicia a quienes critican “o desmitifican la naturaleza violenta de los seguidores de la que –a pesar de todo– dice ser una religión de paz”.
En Occidente, explica el experto, se hace con organizaciones generalmente dirigidas por los Hermanos Musulmanes que se orientan a “combatir el racismo o la ‘islamofobia’; mientras que en los países musulmanes, la yihad judicial tiene en la mira a “los intelectuales, investigadores e inclusive a los islamólogos que se atreven a tener una mirada crítica hacia la religión, a hacer una lectura crítica del islam y a interpretar los textos religiosos de un modo que difiere de la versión oficial y dominante”.
Como ejemplo de esta persecución, Abderrahmani explica el caso de Saïd Djabelkhir, un polémico islamólogo que recibió amenazas de muerte ante la pasividad del gobierno. Fue denunciado por “la celebración del Año Nuevo bereber, el ‘Yennayer’, porque el muftí salafista Mohamed Ali Ferkous considera que se trata de una fiesta pagana e ilícita”.
El Yennayer es la celebración del primer día del año del calendario agrario utilizado desde la antigüedad por los bereberes, los habitantes autóctonos de África del Norte. Este año el festejo se realizó el 12 de enero.
Mohamed Ali Ferkous emitió una fetua, orden que puede tener incluso valor legal en el mundo musulmán, para prohibir el Yennayer y “para erradicarlo de las costumbres y tradiciones argelinas”.
Según Abderrahmani, Saïd Djabelkhir respondió de forma sólida y dijo que “el Yennayer no tiene una connotación religiosa que justifique su prohibición en nombre del islam; y que el islam incluye algunas prácticas paganas, como la peregrinación y el sacrificio de las ovejas para el Aïd”.
Por su parte, el ministro de Asuntos Religiosos en Argelia, Youcef Belmehdi, participó en una conferencia sobre el patrimonio bereber y alentó a “bloquear el camino a cuantos se aprovechan del pluralismo cultural argelino para sembrar la discordia en la sociedad”.
Además, el organismo que coordina a los imanes en Argelia, los diputados que obedecen al islamismo y otros, pidieron que Saïd Djabelkhir sea procesado por “haber atentado contra los preceptos del islam y por sembrar la discordia en la sociedad argelina”.
En la denuncia en su contra se acusa a Djabelkhir por el “delito de escarnio referido a las ciencias de la religión y a los ritos islámicos”, y de “ultraje al profeta Mahoma”; o blasfemia.
En los países musulmanes, la ley de blasfemia puede terminar en una condena a muerte, y en ocasiones los acusados son linchados por turbas islámicas que exigen el escarnio público del acusado.
Kamel Abderrahmani considera que lo dicho por Djabelkhir está debidamente sustentado por “textos religiosos que los estudiosos sunitas tratan de ocultar a los musulmanes”.
Los sunitas constituyen la rama mayoritaria del islam. Se consideran la más tradicional y ortodoxa de la religión musulmana, siendo aproximadamente entre el 85% y 90% de sus miembros.
El experto concluye su artículo resaltando que como “islamólogo, Djabelkhir es un peligro para el pensamiento oscurantista que los islamistas utilizan para mantener a la sociedad bajo su control”.
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