El Papa Francisco elevó sus oraciones por el alma de Jean Vanier, fundador de la comunidad El Arca, que sirve a personas con discapacidad.
Jean Vanier, de 90 años de edad, murió este martes 7 de mayo en la casa Jeanne Garnier en París (Francia).
El director interino de la Sala de Prensa del Vaticano, Alessandro Gisotti, informó que el Papa Francisco ha sido informado de la muerte de Vanier y “ora por él y por toda la comunidad de El Arca”
Jean Vanier nació el 10 de septiembre de 1928. Fue el penúltimo de cinco hijos. En septiembre de 1950, cuando quería ser sacerdote, se incorporó a l'Eau Vive, un centro de formación teológica para laicos.
En 1964, mientras visitaba un asilo psiquiátrico en los suburbios del sur de París, se sintió conmovido por la angustia de dos personas internas: Raphaël Simi y Philippe Seux. Vanier decidió vivir con ellos y, en julio de ese año, encontró una casa y así se originó la comunidad de El Arca (L’Arche).
Las comunidades de El Arca son lugares donde las personas con discapacidad intelectual y aquellos que los ayudan pueden compartir la vida cotidiana. Actualmente El Arca acoge a más de 1.200 personas con discapacidad mental en 33 comunidades reconocidas como instituciones médico-sociales.
La Federación Internacional de El Arca está presente en 38 países con 154 comunidades en los 5 continentes.
Jean Vanier fue también el origen de varios otros movimientos. En 1968, después de predicar un retiro en Toronto, nació el Movimiento Fe y Compartir, que ofrece retiros para religiosos, laicos y personas con discapacidades.
Ese mismo año, Jean Vanier y Marie-Hélène Matthieu organizaron un primer encuentro de peregrinación para personas con discapacidad mental a Lourdes (Francia) que se llamó “Fe y Luz”, que dio origen a la asociación del mismo nombre. Hoy, Fe y Luz cuenta con más de 1.420 comunidades en 86 países.
Vanier decía que la resurrección de Jesús permite a las personas “realizar actos humanamente imposibles: amar a nuestros enemigos, desear el bien a aquellos que no nos lo desean o que nos odian; orar por los que nos persiguen; compartir con los más frágiles; tomar con Jesús un camino de humildad. Amar con paciencia y bondad aquellos que son diferentes o que nos fastidian”.
Sobre la misión de El Arca, el fundador dijo a Radio Vaticana que es “encontrarnos con un mundo de extrema debilidad, pobreza y sufrimiento, gente que a menudo ha sido rechazada. El papel del Arca es anunciar la buena noticia a los pobres: a ellos les decimos ciertamente ‘Dios te ama’, pero también decimos ‘Yo te amo, tú eres importante para mí’. Es acoger en pequeñas casas a personas que han sufrido tanto y revelarles que son alguien”.
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