3 de mayo de 2023 / 3:32 a. m.
En la Audiencia General de este miércoles 3 de mayo, el Papa Francisco expuso las conclusiones de su viaje a Budapest (Hungría), donde estuvo desde el viernes 28 hasta el domingo 30 de abril.
El Santo Padre hizo un resumen del que ha sido su 41 viaje apostólico ante los fieles presentes en la Plaza de San Pedro del Vaticano, desde donde ensalzó las raíces cristianas del país húngaro y alertó que “Europa entera está en crisis”.
Al comienzo de su catequesis, el Pontífice agradeció a todos aquellos que le han acompañado durante este viaje y definió al pueblo húngaro como “un pueblo valiente y rico de memoria”. Además, señaló que “durante mi estancia en Budapest pude sentir el afecto de todos los húngaros”.
Las raíces y los puentes
A continuación, sintetizó esta visita centrando su mirada en dos elementos: las raíces y los puentes.
El Papa Francisco indicó que en este país ha visto “mucha gente sencilla y trabajadora custodiar con orgullo el vínculo con las propias raíces”.
“Y entre estas raíces, -prosiguió- como evidenciaron los testimonios durante los encuentros con la Iglesia local y con los jóvenes, están sobre todo los santos: santos que han dado la vida por el pueblo, santos que han testimoniado el Evangelio del amor, santos que han sido luz en los momentos de oscuridad; muchos santos del pasado que hoy exhortan a superar el riesgo del derrotismo y el miedo del mañana, recordando que Cristo es nuestro futuro”.
A continuación, el Santo Padre recordó que “las sólidas raíces cristianas del pueblo húngaro han sido puestas a prueba”.
“Su fe, como hemos escuchado en la Palabra de Dios, fue probada por el fuego. Durante la persecución atea del siglo XX, de hecho, los cristianos fueron golpeados violentamente, con obispos, sacerdotes, religiosos y laicos asesinados o privados de la libertad. Pero mientras se intentaba talar el árbol de la fe, las raíces permanecían intactas: se mantenía firme una Iglesia escondida, viva, fuerte, con la fuerza del Evangelio”.
Asimismo, resaltó que “en Hungría esta opresión comunista fue precedida de la nazi, con la trágica deportación de mucha población hebrea”.
A continuación, citó a la poetisa húngara Edith Bruck. El Pontífice la felicitó por su 91 cumpleaños y destacó que a través de sus poemas “cuenta a los jóvenes la necesidad de luchar por un ideal y por no ser vencidos por las persecuciones y la cobardía”.
El Papa Francisco también advirtió sobre la mundanidad, aquella que amenaza la libertad “con los guantes blancos, de un consumismo que anestesia, por lo que nos conformamos con un poco de bienestar material y, olvidando el pasado, se ‘flota’ en un presente hecho a escala del individuo”.
Más tarde, alertó que “Europa entera está en crisis” e invitó a los fieles a reflexionar “sobre la importancia de cuidar las raíces, porque sólo profundizando las ramas crecerán hacia lo alto y darán frutos. Preguntémonos: ¿cuáles son las raíces más importantes de mi vida? ¿Las recuerdo, las cuido?”.
Como segunda imagen de su viaje a Hungría, el Santo Padre señaló “la importancia de construir puentes de paz entre pueblos diversos”.
“Es, en particular, la vocación de Europa, llamada, como ‘puente de paz’, a incluir las diferencias y a acoger a quien llama a sus puertas. Hermoso, en este sentido, el puente humanitario creado por tantos refugiados de la cercana Ucrania, que he podido encontrar, admirando también la gran red de caridad de la Iglesia húngara”, destacó.
También felicitó al pueblo húngaro por su compromiso con la ecología y su trabajo por construir puentes entre las generaciones, entre los ancianos y los jóvenes, “desafío hoy irrenunciable para todos”.
“Además, hay otros puentes que la Iglesia, como surgió en el respectivo encuentro, está llamada a tender hacia el hombre de hoy, porque el anuncio de Cristo no puede consistir solo en la repetición del pasado, sino que siempre necesita ser actualizado, para poder ayudar a las mujeres y a los hombres de nuestro tiempo a redescubrir a Jesús”, explicó.
Además, el Papa recordó que en la Misa celebrada el domingo 30 de abril en la plaza del Parlamento de Budapest, “estaban presentes cristianos de varios ritos y países, y de diferentes confesiones, que en Hungría trabajan bien juntos”.
Por ello, animó a los presentes a preguntarse: "Yo, en mi familia, en mi parroquia, en mi comunidad, en mi país, ¿soy constructor de puentes, de armonía, de unidad?”.
Aseguró también haberse sentido conmovido por la música del país, “un rasgo característico de la cultura húngara”.
Por último, encomendó al país “de las raíces y los puentes” a la Virgen María: “Encomendamos este querido país, a la Reina de la paz encomendamos la construcción de puentes en el mundo, a la Reina del cielo, que aclamamos en este tiempo pascual, encomendamos nuestros corazones para que estén arraigados en el amor de Dios”, concluyó.
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