19 de mayo de 2023 / 8:15 p. m.
Católicos en el exilio dedicados a la defensa de los derechos humanos denunciaron que la supuesta “disolución voluntaria” de una universidad que formaba a seminaristas en Managua (Nicaragua) es “una hostilidad más” de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra la Iglesia Católica.
El 18 de mayo, el Ministerio de Gobernación (Migob) de Nicaragua anunció la “disolución voluntaria” de la Universidad Católica Inmaculada Concepción de la Arquidiócesis de Managua (UCICAM), donde se formaban los seminaristas de la capital nicaragüense.
Al intentar justificar la disolución, el régimen de Ortega y Murillo acusó a la institución católica del supuesto “incumplimiento de sus obligaciones desde el año 2015, ya que no reportaron sus estados financieros y Junta Directiva”.
En declaraciones a ACI Prensa, Martha Patricia Molina, abogada e investigadora nicaragüense en el exilio que ha registrado más de 500 ataques contra la Iglesia Católica bajo el régimen de Ortega y Murillo, explicó que “la Universidad Católica Inmaculada Concepción es propiedad de la Arquidiócesis de Managua. Es la institución académica encargada de avalar los títulos del Seminario Arquidiocesano La Purísima”.
La clasificación de “disolución voluntaria”, explicó, “es únicamente una fachada utilizada por la dictadura sandinista. En el caso concreto estamos ante una disolución obligada, a la fuerza”.
Molina es una de las más reconocidas investigadoras de la persecución que sufre la Iglesia en Nicaragua. El pasado 15 de mayo, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, citó las cifras de violencia contra los católicos bajo la dictadura nicaragüense recopiladas en sus informes.
Para Martha Patricia Molina, el cierre de la universidad “es un atropello más, no sólo en el ámbito académico, sino que también en el religioso. Es una hostilidad más hacia la Iglesia Católica”.
Por su parte, Félix Maradiaga, ex preso político y ex candidato presidencial en Nicaragua, indicó a EWTN Noticias que “no existe ninguna justificación desde el punto de vista jurídico, ni en las leyes de Nicaragua ni en la Constitución Política” para el cierre de la universidad católica.
“Sabemos por fuentes internas que tenemos dentro de Nicaragua que este no ha sido un cierre voluntario”, añadió, y recordó casos similares en otras instituciones católicas del país.
Para Maradiaga es importante “que el mundo conozca lo que está pasando”, y subrayó que “la persecución de la Iglesia dentro de Nicaragua es una persecución y un ataque a la Iglesia universal, y eso hay que hacerlo saber globalmente”.
Desde su exilio en Estados Unidos, Maradiaga señaló que el odio de Ortega contra los católicos sólo se puede explicar por el “rol pastoral que la Iglesia Católica en Nicaragua ha asumido frente a la injusticia, frente a los crímenes de lesa humanidad que ha reportado y ha denunciado la Organización de Estados Americanos, que ha denunciado el informe especial de la ONU, frente a la persecución de personas inocentes, la expulsión de estudiantes universitarios, el fraude electoral”.
“La Iglesia Católica ha asumido, como lo ha hecho a lo largo de la historia, la posición al lado de los débiles y de los perseguidos”, resaltó.
“Esta es la razón del odio que ha tenido la dictadura de Ortega frente a la Iglesia Católica y particularmente frente a aquellos pastores que han sido una voz de no violencia frente a esta injusticia”, indicó.
Maradiaga lanzó a inicios de abril una campaña mundial de oración por la liberación de Mons. Rolando Álvarez, Obispo de Matagalpa, condenado injustamente por la dictadura a 26 años y cuatro meses de cárcel, acusado de ser “traidor a la patria”.
De acuerdo al más reciente informe de Martha Patricia Molina, en los últimos cinco años la Iglesia Católica en Nicaragua ha sufrido más de 500 ataques, que incluyen “hostilidades, persecución, asedio, profanación, destrucción, robo, expulsiones, confiscaciones”.
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