8 de mayo de 2023 / 8:28 a. m.
El Obispo de Orihuela-Alicante, Mons. José Ignacio Munilla, afirma que en los protocolos de la Casa Real española se ha ido apartando cada vez más los signos religiosos, en una reflexión a raíz de la coronación de Carlos III de Inglaterra.
En su comentario introductorio al programa Sexto Continente que dirige cada lunes y viernes en Radio María España, el prelado ha compartido algunas consideraciones a tenor de los evidentes símbolos religiosos presentes en la ceremonia celebrada el pasado sábado.
Entre otros, Mons. Munilla cita que fue el Arzobispo anglicano de Canterbury, el Muy Reverendo Justin Welby, quien colocó la corona a los nuevos monarcas y que ambos fueron “ungidos con óleos que se traen de Jerusalén”.
El obispo destaca que la unción se realizó tras unos biombos para expresar “intimidad” con el Creador y “que Dios unge a los Reyes”.
En clave positiva, el prelado señala que “quien organiza una ceremonia así no se avergüenza de las raíces religiosas”.
Esto lo considera significativo si se compara “con el laicismo que vivimos en los países latinos”, de corte "anticlerical", donde, a su entender, sería “impensable” una ceremonia de este tipo.
Simbología religiosa en la Casa Real española
En ese sentido, se detuvo a analizar el caso de la Casa Real española, la más antigua de Europa, cuyos orígenes se remontan al siglo VIII.
Mons. Munilla asegura en concreto que los protocolos de la Casa Real se han modificado para que “no esté presente en los momentos en que se hacen bendiciones religiosas”.
El prelado abunda en la cuestión al señalar: “En los protocolos que se han ido implementando cada vez se ha ido separando más y más los signos religiosos del protocolo de la Casa Real”.
El obispo califica de “impensable” una ceremonia como la de Carlos III en España debido al “anticlericalismo de nuestro contexto cultural”.
De hecho, la ceremonia celebrada el 19 de junio de 2014 en la que Felipe VI fue proclamado Rey no contó con ningún símbolo religioso, como sí sucedió en 1975 con su padre.
La coronación de Felipe tampoco contó con una Misa votiva del Espíritu Santo, como se dio en el caso de su padre.
El entonces secretario general de la Conferencia Episcopal Española y hoy Arzobispo de Granada, Mons. José María Gil Tamayo, defendió entonces la “normalidad” del cambio, debido a la “aconfesionalidad” del Estado según la Constitución.
“En la España del siglo XXI el concepto es distinto que en la coronación del Rey Juan Carlos, cuando era todavía un estado confesional y no se había aprobado la Constitución”, expresó Mons. Gil Tamayo en declaraciones a la televisión pública.
Otro ejemplo de la retirada de referencias religiosas en los actos oficiales de Felipe VI es la supresión en su pendón real -respecto al del Rey Juan Carlos- de la Cruz de San Andrés y los símbolos alusivos a los Reyes Católicos, el yugo y las flechas.
Tampoco hubo ninguna alusión religiosa cuando el entonces Príncipe de Asturias juró en 1986 ante las Cortes la Constitución Española al alcanzar la mayoría de edad.
Sin embargo, sí se ha mantenido que el mensaje institucional anual del Rey se realice en la Nochebuena. Y los Reyes, junto a la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía estuvieron presentes en la representación de la Pascua en la localidad madrileña de Chinchón este año.
Católicos y anglicanos
El Obispo de Orihuela-Alicante califica por otro lado como “positivo” que por primera vez en 500 años en la coronación de un Rey británico haya asistido un Cardenal católico junto al Nuncio del Papa.
En efecto, el Secretario de Estado Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, estuvo en la ceremonia junto al Nuncio Apostólico en Gran Bretaña, Mons. Miguel Maury. “Es un hecho positivo, porque todos sabemos cómo nació la Iglesia anglicana”, añadió Mons. Munilla.
La Iglesia de Inglaterra fue fundada en 1534 por Enrique VIII, quien no logró que el Papa concediera la nulidad de su matrimonio con Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos.
Laicismo latino y anglosajón
El análisis del prelado no se queda en la mera presencia de la simbología religiosa, sino que se cuestiona si se asume el significado profundo que debe tener.
A su entender, estas referencias en la coronación suponen “que el Rey es un ungido de Dios, que se reconoce que toda autoridad humana en el fondo viene de la autoridad de Dios”.
Pero se pregunta si este sentido esencial de los ritos es compartido por los miles de personas que han aplaudido el ceremonial.
“Se hicieron signos, pero sin que tengamos en absoluto que creer que los signos que se hicieron sean asumidos en lo que significan por toda la población que los aplaudió”, detalla.
A su juicio, esto se explica porque hay dos clases de laicismo.
Uno “latino”, que consiste en “perseguir cualquier tipo de hecho o signo religioso”, del que puso como ejemplo la violencia antirreligiosa durante la Guerra Civil española.
Y otro anglosajón, que supone “quedarnos con la estética, pero vaciándola de contenido”. En este sentido, subrayó cómo el presidente de EEUU, Joe Biden, asistió a una Misa católica antes de asumir el cargo para, a continuación, “derogar todas las leyes provida y dar rienda suelta a toda la agenda abortista y LGTB, entrando en tromba”.
Para el prelado, si existe una forma de religiosidad que se puede titular “espiritualidad sí, religión no” como en la Nueva Era, también existe una tendencia que proclama “religión sí, Dios no”.
En ella, “la religión acaba siendo un entorno formal, un boato insuperable” apoyado por personas que dicen “yo no creo en Dios, pero sí creo en esta ceremonia”.
En España, añade, también existe este tipo de personas “que dicen 'yo no creo en Dios', pero quieren defender los derechos de la Iglesia Católica por la contribución que hace a la historia, al pueblo, a nuestra identidad, etc.”.
Para el prelado, “declararse católico o declararse anglicano no creyendo en Dios es quedarte con la cáscara tirando el contenido”.
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