Héctor nació en el barrio porteño de Boedo, Argentina, en 1910. Años después su familia se mudó a España. A sus 24 años, ya convertido en Hermano de La Salle, fue detenido con sus compañeros por los comunistas en 1934. Ellos fueron sacados de la escuela Nuestra Señora de Covadonga, en Turón, donde enseñaban a hijos de mineros.
Permanecieron por varios días en la “casa del Pueblo” y posteriormente los siete hermanos lasallanos con un padre pasionista, que evangelizaba con ellos, fueron fusilados en el cementerio de Turón.
El mismo día que San Juan Pablo II beatificaba a Héctor y sus compañeros mártires, un 29 de abril de 1990, se produjo un milagro que luego los llevaría a ser proclamados santos.
Rafaela Bravo, una joven nicaragüense de 24 años, se debatía entre la vida y la muerte como consecuencia de un cáncer de útero. Los médicos le daban pocas semanas de vida. Su esposo, un exalumno de La Salle, siguió el consejo del director donde había estudiado y rezó dos novenas a los mártires pidiéndoles su intercesión.
La noche del 29 de abril, Rafaela sintió unos dolores muy fuertes, pero al día siguiente estaba curada. Las comisiones médicas que durante años estudiaron el caso no pudieron darle explicación científica. Es así que un 21 de noviembre de 1999, San Juan Pablo II canonizó a los mártires.
Como se lee en una nota publicada en lasalle.org, el 26 de junio del 2013 dos hermanos de La Salle le entregaron al Papa Francisco una reliquia de San Héctor Valdivielso y el Pontífice agradeció a los hermanos por haber ofrecido a la nación argentina el primer santo de su historia.
Más información en: https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=350
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