Ante unas 80 personas reunidas en el llamada “Green Room”, el Papa resaltó el “espíritu de solidaridad y de comprensión sobre todos”. “El agua no es gratis, como pensamos muchas veces. Podría ser un problema grave que traiga una guerra”, dijo.
“Les invito a ser cuidadosos y solidarios con los más débiles, siguiendo el ejemplo de Jesús, que se encargó del sufrimiento y de los males de la humanidad, a que no se desanimen frente a las dificultades, y a que estén siempre dispuestos a sostenerse los unos a los otros y así observar el futuro con esperanza”.
El Santo Padre señaló luego que “su trabajo escondido mira a las personas –hombres, mujeres, niños, abuelos abuelas- personas hambrientas. Estas personas no nos piden otra cosa que dignidad. ¡Nos piden la dignidad, no limosna!”.
“Éste es su trabajo: ayudar para que les llegue la dignidad. Les aseguro mi oración y pido a cada uno de ustedes rezar por mí y por mi servicio”, concluyó.
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