Fue capitán del ejército de Corea del sur y ahora es religioso carmelita descalzo en España

El pasado 10 de julio Fray Daniel Bae, de 46 años, fue ordenado sacerdote en el convento de Caravaca de la Cruz, en la diócesis de Cartagena, España. Su camino hasta el sacerdocio duró más de 12 años y pasó de ser general del ejército en Corea del Sur a ser religioso carmelita descalzo en España.

Presidió la ceremonia Mons. Braulio Sáez, Obispo emérito auxiliar de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) quien recordó durante la homilía que “el Señor sigue bendiciendo a nuestra Iglesia y al Carmelo descalzo”.

“En un mundo que propone lo fácil y que quiere desterrar a Dios, es motivo de alegría que un joven venido de Corea del Sur quiere seguir a Jesús”, aseguró Mons. Sáez quien destacó la historia de Daniel, quien era capitán del Ejército en Corea: “Tú has querido el amor de Dios y por eso has dicho “aquí estoy Señor”. El sacerdote es un capitán, sé capitán al estilo de Teresa de Jesús”.

Fray Daniel agradeció la ayuda y el apoyo recibido durante estos 12 años de formación carmelita. “En todo momento el Señor me ha sorprendido. Le doy gracias a Dios por llamarme al sacerdocio. Él me dará en abundancia lo que pueda necesitar”, aseguró.

Pero el camino de Fray Daniel hasta la vida religiosa en el carmelo descalzo y más adelante al sacerdocio ha sido largo y sorprendente.

Fray Daniel Bae de la Cruz nació en Corea del Sur. Pertenece a la minoría católica de este país, en donde la gran mayoría es budista o cristiano protestante.

Recibió la fe de su abuela. “Mi familia es muy católica; empezó mi abuela y luego toda la familia creía en Jesús; además mi padre es carmelita seglar desde hace muchos años. Recuerdo que de niño iba a la iglesia con toda la familia y también rezábamos junto sen casa”, explicó a la web de la diócesis de Cartagena, España.

Aunque en su juventud sentía que podía tener vocación al sacerdocio, ingresó en el ejército. “Sentía una inmensa atracción por esa forma de vida, aunque en mi corazón también rondaba el anhelo de ser sacerdote”, destacó Fray Daniel.

“Me satisfacía esta nueva vida; lo cierto es que yo quería ser general. En ese mundo procuraba vivir como un buen cristiano, aunque en ocasiones no era fácil compaginarlo todo, por ejemplo, no podía ir a la Eucaristía cada día y rezaba muy poco. Pero, gracias a Dios, nunca olvidé al Señor, y siempre experimentaba su amor y cercanía”, aseguró.

Así pasó casi 10 años de carrera militar, que le llevaron a convertirse en capitán de Infantería, hasta que un día sintió la voz de Dios.

En su interior Fray Daniel sintió que le decía: “Daniel, ¿qué haces aquí? ¿Para ti es importante ser general y tener éxito en la vida? Estas cosas no son tan importantes. Todas desaparecerán en el mundo, tienes que trabajar para mí, pero no tengas miedo, voy a estar contigo siempre”.

Sin embargo tardó 3 años más en dejarlo todo. Se replanteó su vida y comenzó un camino de discernimiento acompañado por varios religiosos, hasta que en 2008 decidió dejar el Ejército.

“Después de este paso, viajé yo solo por varios países católicos de Europa durante dos meses e intenté aclararme en mi camino vocacional. En aquel tiempo conocí en Corea a un padre dominico español y él me animó a venir a esta tierra”, explicó.

Por eso Fray Daniel llegó a España hace 12 años. No hablaba el idioma y no cnocía a nadie. Durante su primer año en la ciudad de Salamanca aprendió español y seguía su proceso de discernimiento.

En 2010, con la ayuda de las Carmelitas Descalzas de Burgos, se encontró con el Carmelo Descalzo.

“Tras una experiencia vocacional, ingresé en la comunidad del aspirantado de Soria. Allí viví durante un año una hermosa etapa de mi vida, que me ayudó muchísimo para discernir mi vocación. Todo era nuevo en mi vida. Al año siguiente, con el convencimiento de que mi camino era consagrarme al Señor en el Carmelo Descalzo y con el apoyo de mis formadores, me enviaron a Granada”, aseguró.

Junto con otros tres compañeros, Fray Daniel hizo el postulantado durante dos años en los que estudió Filosofía en la facultad de Teología de Granada.

“Fue una experiencia muy rica y de crecimiento interior desde la vida comunitaria”; destacó.

El noviciado lo hizo en el Desierto de las Palmas en la provincia de Castellón: “En ese periodo me enamoré más y más del carisma teresiano que el Señor me regalaba, y desde el cual vivo mi vida cristiana y de consagrado”. Y al término hizo su primera profesión simple.

En 2019 realizó su profesión solemne y fue destinado al convento de Caravaca de la Cruz.

El pasado 14 de noviembre fue ordenado diácono y el sábado, 10 de julio, recibió el Orden Sacerdotal en el convento caravaqueño.

“Dios me ha llamado, a mí, un ser insignificante. Por mi falta de capacidad ha habido muchas dificultades en mi camino hasta llegar aquí, pero, con la ayuda de Dios y de mis hermanos de comunidad, he sobrevivido bien”, aseguró.

En el Carmelo Descalzo, Daniel ha encontrado su hogar, la espiritualidad y el carisma bajo los que hacer vida su vocación. Una historia de búsqueda y discernimiento que, a sus 46 años, ahora logra ver con perspectiva:

“En el pasado fui soldado profesional, pero ahora soy un soldado del Señor, tratando de hacer lo que Él quiere que haga. La voluntad de Dios no es fácil de descubrir y, en muchos casos, los hombres la desconocemos. Al igual que el apóstol Pablo, que persiguió a la Iglesia y se convirtió tras la llamada de Dios, nunca pensé que mi vida cambiaría así; pero tengo que confesar que cada día veo con más claridad que mi vida está en el Carmelo Descalzo”, aseguró.

Además Fray Daniel anima a discernir la vocación a pesar de las dificultades: “¿Has sentido alguna vez la llamada de Dios? No te decepciones en ninguna situación; si la llamada es genuina, una mano amiga te estará esperando”.

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