Obispo de Schoenstatt pide “buscar respuestas sin miedo” ante denuncias contra fundador

Frente a las denuncias de abuso sexual y de poder contra el fundador de la Familia de Schoenstatt, P. José Kentenich, el Obispo de Encarnación (Paraguay), Mons. Francisco Javier Pistilli Scorzara, alentó a la institución a “buscar respuestas sin miedo y sin necesidad de dibujar un fundador perfecto”.

En un artículo publicado en el sitio web Schoenstatt.org, Mons. Pistilli Scorzara, que hizo sus votos perpetuos como miembro del Instituto Padres de Schoenstatt en 1996 y recibió la ordenación sacerdotal al año siguiente, dijo que “se va a exigir de nosotros mucha objetividad. De alguna forma, nuestro fundador es puesto a prueba. Confiamos en que pasará la prueba, pero debe poder mostrarse así, con imparcialidad”.

“Estoy convencido que no se trata de ponerse a la defensiva, sino de animarse a la luz. Puede ser doloroso, seguramente lo será”, señaló.

Iniciado en 1975, el proceso de beatificación del sacerdote fundador de la importante familia espiritual, de acuerdo a su web oficial, “se encuentra ya en la etapa final de la fase diocesana (en la diócesis de Tréveris, Alemania)”.

Este 2 de julio, el vaticanista Sandro Magister en su blog Settimo Cielo y el periódico alemán Die Tagespost publicaron un informe de la Dra. Alexandra von Teuffenbach, reconocida experta en historia de la Iglesia, que recoge denuncias contra el P. Kentenich que se remontan a mediados del siglo XX.

Von Teuffenbach estudió filosofía y teología católica en la Pontificia Universidad Gregoriana, en Roma, y se doctoró con un trabajo sobre el Concilio Vaticano II. Ha enseñado teología e historia de la Iglesia en la Pontificia Universidad Lateranense y en el Ateneo Regina Apostolorum.

Ha escrito libros sobre el pontificado del Papa Pío XII, sobre San Juan XXIII, el Concilio Vaticano II y sobre exorcismo, tema en el que se especializó en 2005. Además, es la curadora de la obra del teólogo jesuita Sebastiaan Tromp, el sacerdote que estuvo a cargo de la visita apostólica encargada por el Vaticano a la naciente Familia de Schoenstatt.

El P. José Kentenich y su fundación

Nacido en 1885 en Gymnich (Alemania), el P. Kentenich ingresó a la Sociedad del Apostolado Católico (Padres Palotinos) en 1904 y fue ordenado sacerdote seis años después.

El 18 de octubre de 1914, el P. Kentenich funda su movimiento en una capilla en Schoenstatt, Alemania. Según el sitio web oficial del proceso de beatificación, en esa ocasión el sacerdote junto a un grupo de alumnos suyos “sellan una Alianza con María, la ‘Alianza de Amor’”.

El 1 de octubre de 1926, el P. Kentenich funda el Instituto Secular de las Hermanas de María de Schoenstatt, una comunidad de mujeres que “viven una vida consagrada a Dios en medio del mundo”.

Cuestionamientos a la “libertad interior” en Schoenstatt

En su informe, Von Teuffenbach recuerda que la del P. Tromp no fue la primera investigación por la que pasó la fundación del P. Kentenich.

“Las actas – accesibles ahora gracias a la apertura de los archivos hasta cubrir el pontificado de Pío XII – relatan una anterior visita a las religiosas de Schönstatt ordenada por el obispo de Tréviris, que envió al lugar a su auxiliar Bernhard Stein, desde el 19 al 28 de febrero de 1949”, señala.

“En líneas generales, éste apreció la obra, aunque poniendo en evidencia algunos defectos e irregularidades”, dice la investigadora, y “poco después agregó haber encontrado una ‘insatisfacción interior tan característica de las religiosas marianas, así como también inseguridad y falta de autonomía’”.

El caso llegó al Vaticano, que envió al P. Tromp, entonces consejero del Santo Oficio, hoy Congregación para la Doctrina de la Fe. El sacerdote jesuita, señala Von Teuffenbach, durante tres años “fue muchas veces a Alemania y profundizó varios aspectos de la obra, como se deduce del centenar de páginas en alemán y en latín conservados en los archivos”.

Para los miembros de la Familia de Schoenstatt, añade la investigadora, “Kentenich era el ‘padre’, el fundador del poder absoluto, con frecuencia equiparado a Dios, tanto que en muchas expresiones y oraciones no se comprende con claridad si éstas están dirigidas a Dios Padre o al fundador mismo”.

“’¿Qué es la hija?’. Respuesta: ‘¡Nada!’”

Líneas después, Von Teuffenbach presenta un diálogo que se habría producido entre el P. José Kentenich y las mujeres integrantes del Instituto Secular de las Hermanas de María de Schoenstatt: “¿De quién es la hija?’. Respuesta: ‘¡Del padre!’. ‘¿Qué es la hija?’. Respuesta: ‘¡Nada!’. ‘¿Qué es el padre para la hija?’. Respuesta: ‘¡Todo!’. ‘¿A quién pertenecen los ojos?’. Respuesta: ‘¡Al padre!’. ‘¿A quién pertenecen las orejas?’. Respuesta: ‘¡Al padre!’. ‘¿A quién pertenece la boca?’. Respuesta: ‘¡Al padre!’”.

Sin embargo, el diálogo no habría culminado ahí, pues de acuerdo a la investigadora “algunas religiosas se refirieron también a esta continuación del rito: “‘¿A quién pertenece el seno?’. Respuesta: ‘¡Al padre!’. ‘¿A quién pertenecen los órganos sexuales?’. Respuesta: ‘¡Al padre!’”.

“De este rito se llega al relato hecho en una carta de 1948, trascrita por el padre Tromp, de una religiosa alemana, que en la época de los hechos se encontraba en Chile. El tema de la carta es un abuso sexual”, señala.

“La religiosa cuenta que después de lo que le había sucedido en ocasión de uno de estos ritos no había podido ver más en el ‘padre’ al fundador, sino solamente a un ‘varón’, diciendo que se había rebelado y sufrido durante un año antes de poder hablar con su confesor al respecto”.

El confesor, lejos de reprochar a la religiosa le habría dicho “que no le daría la absolución hasta que ella no le diera el permiso de denunciar en Roma el comportamiento del padre Kentenich, ‘porque no comprendía cómo religiosas inteligentes podían participar en estas cosas, pero menos todavía podía comprender al padre’”.

“Cuando después el visitador apostólico preguntó a la madre general, ya destituida, si había recibido otras cartas de ese tipo, la madre generala dijo que seis-ocho cartas, que le parecieron menos graves, pero dijo que las había arrojado a la basura”, señaló Von Teuffenbach.

De acuerdo a la investigación de Von Teuffenbach, “todo el clima, todo el ambiente descrito por el visitador es muy sexualizado. Ballets de religiosas en torno al padre fundador, encuentros nocturnos y expresiones ambiguas no son ciertamente lo que se espera en una casa religiosa”.

El “exilio” del P. Kentenich

Tras la visita del P. Tromp, el Vaticano ordenó al P. Kentenich alejarse de su fundación, por lo que se retiró a una casa de los Padres Palotinos en Milwaukee (Estados Unidos). Sin embargo, precisa Von Teuffenbach, el sacerdote “no se atuvo en absoluto a las disposiciones vaticanas, manteniendo contactos con las religiosas, las cuales – ésta es quizás la cosa más elocuente – no lograron encontrar esa libertad y autonomía que los visitadores habían esperado”.

“No hubo ningún nuevo comienzo para Schönstatt, porque muchas hermanas prefirieron la fascinación del fundador a las directivas de la Iglesia”, lamenta.

Este periodo es presentado en el sitio web oficial de la causa de beatificación del P. Kentenich como un “exilio”, en el que “autoridades eclesiásticas competentes examinan su persona y su fundación”. En 1965, tres años antes de su muerte, el Vaticano le retira la sanción y le permite al fundador reencontrarse con la Familia de Schoenstatt.

Von Teuffenbach destaca en su informe que el Vaticano bajo el pontificado de Pío XII se anticipó a los tiempos al sancionar prontamente al P. Kentenich. “La Iglesia Católica procede en el sentido más justo por esas mujeres, pero sin degradarlas publicitando los hechos. En el decreto del Santo Oficio no hay nada escrito respecto a los abusos, pero los hechos cuestionados se los comunica por escrito a las madres superioras, para que puedan aceptar más fácilmente el alejamiento del fundador”, indica.

“Lamentablemente las religiosas no estuvieron en condiciones de acoger esa mano que se había extendido hacia ellos; no lograron –así se deduce de las actas– separarse de ese hombre, así como muchas mujeres no llegan a alejarse del marido que la maltrata y que con frecuencia excusan y defienden”, añade.

“Poner paños fríos no siempre es la mejor opción”

Mons. Pistilli Scorzara señaló que “abuso de poder es un tema desarrollado, quizás desde el tiempo del exilio. La iglesia misma no lo comprendía cabalmente. En Padre Pio fue una pregunta en su proceso. Pasó la prueba”.

“Poner paños fríos no siempre es la mejor opción. Menos en tiempos como los de hoy”, indicó, al tiempo que subrayó que “hablar sin conocimiento tampoco es bueno”.

“¿Cuánto sabemos en verdad? ¿Podemos profundizar en lo que significa todo esto? Sin velos, pero con objetividad. Me gusta pensar que podemos. Dios es luz y aquellos que lo siguen, necesitan ser vistos en su luz”, expresó.

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