En la Misa celebrada este domingo 23 de febrero en Bari, el Papa Francisco aseguró que el Señor “nos pide el extremismo de la caridad” ya que “este es el único extremismo cristiano: el del amor”.
Así lo dijo el Santo Padre junto a 58 obispos procedentes de 20 países localizados en la zona del Mediterráneo que participaron al encuentro “Mediterráneo frontera de paz” en la ciudad de Bari, localizada al sur de Italia.
El Pontífice celebró esta Misa después de reunirse con los obispos en la Basílica de San Nicolás, en donde pidió a los obispos del Mediterráneo alzar la voz a favor de la libertad religiosa.
Tras rezar en la cripta y venerar las reliquias de San Nicolás, el Papa saludó a los fieles que lo esperaban afuera de la Basílica y después se trasladó al Corso Vittorio Emanuele II para celebrar la Misa dominical ante más de 40.000 fieles y con la presencia del Presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella.
Al finalizar el encuentro con los obispos del Mediterráneo, el #PapaFrancisco rezó ante las reliquias de San Nicolás de Bari. Foto: Vatican Media #Bari2020 pic.twitter.com/IjazmPGBt7
— Mercedes De la Torre (@mercedesdelat) February 23, 2020
Se trata de la segunda ocasión en la que el Papa Francisco visita esta ciudad, la primera vez fue el 7 de julio de 2018, donde se reunió con los patriarcas y líderes de las principales Iglesias Orientales para rezar juntos por la paz en Oriente Medio y estrechar los lazos ecuménicos.
En esa ocasión, el Santo Padre llamó a combatir la indiferencia ante los cristianos perseguidos, asesinados y expulsados de sus tierras en Oriente Medio.
En cambio, durante su homilía de la Misa de este 23 de febrero, el Santo Padre reflexionó en el pasaje del Evangelio dominical de San Mateo para lanzar un llamado a la caridad.
“Elijamos hoy el amor, aunque cueste, aunque vaya contra corriente. No nos dejemos condicionar por lo que piensan los demás, no nos conformemos con medias tintas. Acojamos el desafío de Jesús, el desafío de la caridad. Así seremos verdaderos cristianos y el mundo será más humano”, pidió el Papa.
En esta línea, el Papa señaló que “si queremos ser discípulos de Cristo, si queremos llamarnos cristianos, este es el camino. Amados por Dios, estamos llamados a amar; perdonados, a perdonar; tocados por el amor, a dar amor sin esperar a que comiencen los otros; salvados gratuitamente, a no buscar ningún beneficio en el bien que hacemos”.
“Tú podrías decir: ‘¡Pero Jesús exagera! Incluso dice: Amen a sus enemigos y recen por los que los persiguen; habla así para llamar la atención, aunque tal vez en realidad no quiera decir eso’. En cambio, sí. Jesús aquí no usa paradojas, ni giros de palabras; es directo y claro. Cita la antigua ley y dice solemnemente: ‘Pero yo les digo: Amen a sus enemigos’. Son palabras intencionadas, precisas”, explicó el Papa.
De este modo, el Santo Padre destacó que “esta es la novedad cristiana. Es la diferencia cristiana. Rezar y amar: esto es lo que debemos hacer; y no soolo por los que nos aman, por los amigos, por nuestra gente” porque “el amor de Jesús no conoce límites ni barreras”.
“El Señor nos pide la valentía de un amor sin cálculos. Porque la medida de Jesús es el amor sin medida. ¡Cuántas veces hemos descuidado lo que nos pide, actuando como todos los demás! Sin embargo, el mandamiento del amor no es una simple provocación, sino es el espíritu del Evangelio. Sobre el amor hacia todos no aceptamos excusas, no predicamos una cómoda prudencia. El Señor no fue prudente, no hizo concesiones, nos pide el extremismo de la caridad. Este es el único extremismo cristiano: el del amor”, adviritó.
En este sentido, el Pontífice reconoció que “Jesús sabe que muchas cosas están mal, que siempre habrá alguien que no nos quiera, e incluso alguien que nos perseguirá. Pero nos pide solo que recemos y amemos. Esta es la revolución de Jesús, la más grande de la historia: la que pasa del odio al amor por el enemigo, del culto a la lamentación a la cultura del don” y agregó: “¡Si pertenecemos a Jesús, este es el camino!”.
“En los Getsemaní de hoy, en nuestro mundo indiferente e injusto, donde parecería que se asiste a la agonía de la esperanza, el cristiano no puede comportarse como aquellos discípulos, que primero tomaron la espada y luego huyeron. No, la solución no es desenvainar la espada contra alguien, ni tampoco huir de los tiempos que nos toca vivir. La única solución es el camino de Jesús: el amor activo, el amor humilde, el amor hasta el extremo”, afirmó.
Por ello, el Papa subrayó que vivir el amor sin límites “es una gracia que debemos implorar. Se necesita pedir a Dios la fuerza para amar, decirle: ‘Señor, ayúdame a amar, enséñame a perdonar. Solo no puedo hacerlo, te necesito’. Y también pedirle la gracia de ver a los demás no como obstáculos y complicaciones, sino como hermanos y hermanas a quienes amar”.
“Con mucha frecuencia le pedimos ayuda y gracias para nosotros mismos, pero qué poco le imploramos para que sepamos amar. No le rogamos lo suficiente para aprender a vivir el espíritu del Evangelio, para ser cristianos de verdad. Sin embargo, a la tarde te examinarán en el amor”, concluyó.
Al finalizar la Eucaristía, el Santo Padre lanzó, junto a todos los obispos presentes, un llamado a la comunidad internacional ante la tragedia en Siria para que los actores involucrados “escuchen el llanto de los pequeños y de los indefensos, para que se coloquen a un lado los cálculos y los intereses para que protejan las vidas de los civiles y de tantos niños inocentes que pagan las consecuencias”.
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