Si alguna vez te has preguntado qué significa la frase del Credo “subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso”, este artículo te ayudará a disipar la duda.
Aquí presentamos cinco puntos a tener en cuenta de los doctores de la Iglesia, San Agustín y Santo Tomás de Aquino; y de un especialista inglés en temas eclesiales.
1. Estar sentado quiere decir “habitar”
En su sermón a los catecúmenos sobre el Símbolo de los Apóstoles, San Agustín explica que la expresión “estar sentado” significa “residir o habitar”.
“Y donde se tienen las residencias, ¿se está siempre sentado? ¿Acaso uno no se levanta, no pasea, no se acuesta? Y, sin embargo, se las llama residencias. Pues creed así que Cristo habita a la derecha de Dios Padre”, señala el santo.
En ese sentido, San Agustín afirma que en esa condición Jesús “es feliz y de esa felicidad, que se llama la derecha del Padre, viene el nombre mismo de felicidad, que es la derecha del Padre”.
“En efecto, si lo entendemos según la carne: que está sentado a la derecha del Padre, el Padre estará a su izquierda. ¿Acaso es justo que los coloquemos al Hijo a la derecha y al Padre a la izquierda? Pero allí todo es derecha, porque no hay allí miseria alguna”, añade el Doctor de la Iglesia.
2. Tener en cuenta que Dios Padre es “incorpóreo”
En un artículo publicado en el Catholic Herald, Stephen Bullivant, director del Centro Benedicto XVI para la Religión y Sociedad de la Universidad de Saint Mary en Inglaterra, indicó que mientras el Hijo tiene un cuerpo humano glorificado, “el Padre es incorpóreo”.
Por lo tanto, “no tiene manos ni lados para que el Hijo se siente a su lado literalmente. Así que estamos hablando de algo simbólico”.
3. La expresión indica el poder y la autoridad de Dios
Bullivant señaló que en varios pasajes de la Biblia esta frase se utiliza para expresar la “intimidad con el poder y autoridad de Dios”.
Por ejemplo, en el Evangelio según San Mateo Jesús recuerda que el Salmo 110 indica: “Dijo el Señor o a mi Señor: ‘Siéntate a mi derecha, mientras yo pongo a tus enemigos como estrado de tus pies’” (Mt. 22,44).
En su Carta a los Efesios, San Pablo dice lo siguiente: “La extraordinaria grandeza del poder con que Él obra en nosotros, los creyentes, por la eficacia de su fuerza. Este es el mismo poder que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, elevándolo por encima de todo Principado, Potestad, Poder y Dominación, y de cualquier otra dignidad que pueda mencionarse tanto en este mundo como en el futuro”. (Ef. 1, 19-21).
Al respecto, Bullivant aclaró que San Pablo no considera a “la derecha” como una especie de lugar subordinado en el podio divino. “Más bien, afirma que Cristo comparte precisamente el mismo poder y autoridad que el Padre”.
4. Tener en cuenta que Cristo es verdaderamente Dios, como lo es el Padre
En tercer lugar, Bullivant indica que Cristo no se “sienta” a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso; como lo haría un niño en salón de clase frente al profesor. Él se sienta como lo que es: un Juez y un Rey.
“Él está ‘sentado’ en el sentido de que está instalado en una posición de supremo honor y autoridad”.
Como señala Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica, citando a San Juan Damasceno, “no llamamos diestra del Padre a una realidad local. ¿Cómo conseguiría una derecha local el que no puede ser circunscrito? La derecha y la izquierda son propias de los que están circunscritos. Llamamos derecha del Padre a la gloria y el honor de la divinidad”.
Por ello, Cristo está entronizado como un igual al Padre porque es “es plenamente y verdaderamente Dios como lo es el Padre”.
5. Cristo hecho hombre muestra que viviremos en la bienaventuranza divina
Bullivant destacó que Jesús está sentado a la derecha del Padre como Dios hecho hombre.
Indicó que los Padres de la Iglesia como San Atanasio y San Gregorio Nacianceno repetían constantemente que “Dios se hizo hombre, para que el hombre se haga Dios”.
En ese sentido, recordó lo que dice San Pablo en su carta a los Romanos: “Si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos de Cristo, porque sufrimos con él para ser glorificados con él. (Rom.8, 17)”.
“Como tal, entonces en nuestro legítimo hogar que es el cielo, viviremos en la bienaventuranza divina, es decir, a la derecha del Padre, junto con nuestro prójimo Jesucristo”, resaltó.
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