Esculturas de la Virgen de Guadalupe, San Juan Diego y de un franciscano bautizando fueron llevadas desde México para quedarse en el Monte Tabor, en Tierra Santa, donde Jesús se transfiguró ante los apóstoles Pedro, Santiago y Juan.
Las esculturas fueron realizadas por Antonio Castellanos Basich, artista que hizo, entre otras obras, la Cruz Monumental ubicada donde inician las peregrinaciones a la Basílica de Guadalupe en Ciudad de México y un medallón con la Virgen y San Juan Diego, instalado en el atrio de la Catedral de México.
El P. José de Jesús Aguilar, director de Arte Sacro de la Arquidiócesis de México, fue el responsable de llevar en junio de este año las esculturas al Monte Tabor, donde se levanta la Basílica de la Transfiguración, al cuidado de frailes franciscanos.
En diálogo con ACI Prensa, el P. Aguilar destacó que “la Sagrada Escritura menciona varias montañas como lugar de encuentro con Dios. Quizás porque parecen alcanzar el cielo o, porque hay que hacer un esfuerzo y ser constantes para llegar a su cima, o bien, porque desde sus alturas se tiene una mejor y más amplia visión de las cosas”.
“En el Monte Moira, Abraham iba a sacrificar a su hijo Isaac, en el Monte Sinaí se presentó Dios a Moisés y le dio las tablas de la ley, en el Monte Carmelo Dios se mostró al profeta Elías. En una montaña Jesús enseñó las bienaventuranzas, en el Monte de los Olivos, Jesús, mediante la oración, se preparó para su pasión y muerte. En el Calvario, entregó su vida por nosotros, y en el Tabor se transfiguró para mostrar a sus discípulos que la pasión era el camino para su resurrección”.
El sacerdote mexicano explicó que “el Monte Tabor se encuentra en la zona de Galilea y, en su cima, desde el siglo IV se erigió un monumento para recordar la transfiguración de Cristo. El peregrinaje constante de los fieles hizo que para el siglo ya se hubieran construido tres basílicas, en alusión a las tres tiendas de campaña que Pedro le propuso a Jesús y en el siglo VII comenzara a ser habitado por monjes”.
“Lamentablemente, en el año 1212, el Sultán Malek al-Adel destruyó los santuarios y, aunque se pudieron reconstruir poco después, en 1263 el Sultán Bibars, volvió a destruir todo”.
Recién en 1921, bajo el cuidado de los frailes franciscanos, que se comenzó la construcción de la actual basílica.
Para el P. Aguilar, la finalidad de llevar las imágenes mexicanas a ese lugar de Tierra Santa fue “hermanar el Monte del Tepeyac con el Tabor”.
“Los custodios del lugar recibieron y agradecieron los obsequios que serán colocados en un lugar especial en el que se reúnen los peregrinos para orar y celebrar la Santa Misa, recordando que todo peregrino debe tratar de transfigurar su vida en el amor siguiendo el ejemplo de la Virgen María y las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo”, indicó el sacerdote.
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