El Papa Francisco vio “con inmensa tristeza” la imagen de los cuerpos de Óscar y su pequeña hija Valeria de solo 21 meses, ambos de El Salvador, que murieron ahogados al tratar de cruzar el Río Bravo –conocido también como Río Grande– entre México y Estados Unidos.
Óscar y Valeria partieron de El Salvador junto a la madre de la niña, Tania, en abril de este año. El domingo 23 de junio, en un desesperado intento por llegar a tierras estadounidenses, padre e hija fueron arrastrados por las aguas del río a la altura de las ciudades de Matamoros, en México, y Brownsville, en Estados Unidos.
Sus cuerpos fueron encontrados a la orilla del río pocos kilómetros más allá. Las autoridades salvadoreñas han ofrecido su colaboración para repatriar los cadáveres a su país de origen.
En un comunicado difundido este 26 de junio, Alessandro Gisotti, director interino de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, señaló que “el Santo Padre ha visto, con inmensa tristeza, la imagen del papá y de su hija muertos ahogados en el Río Grande mientras trataban de pasar la frontera entre México y los Estados Unidos”.
“El Papa está profundamente adolorido por sus muertes, reza por ellos y por todos los migrantes que han perdido la vida tratando de escapar de la guerra y la miseria”, señaló.
De acuerdo a la patrulla fronteriza estadounidense, al menos 283 migrantes murieron en 2018 tratando de cruzar desde México. En el último fin de semana fallecieron alrededor de 10 personas, entre ellos al menos tres menores.
En diálogo con ACI Prensa este 25 de junio, Mons. Alfonso Miranda, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), expresó el dolor de la Iglesia por la muerte de los migrantes salvadoreños, y cuestionó: “¿cuál será el tamaño del sufrimiento de gente de Centroamérica que no importándoles nada se van a buscar sus sueños y a arriesgarlo literal y absolutamente todo”.
Además, hizo un llamado a la sensibilización con el hermano que sufre en estas condiciones, y señaló que “aquí en México nos está faltando lanzar un fuerte grito que se oiga y que resuene en todo México y más allá, Estados Unidos, Centroamérica y el mundo entero, y que diga: ‘yo también soy migrante’”.
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