El culto de esta Santa fue promovido en todo mundo por los Benedictinos porque al invocarla se obtenía protección contra enfermedades infecciosas como la peste o se recibía auxilio en momentos difíciles.
Según la tradición de la Iglesia fue una mujer que vivió en soledad, pobreza y penitencia; asimismo se le atribuyen numerosos milagros, especialmente la extinción de la peste que en su época asolaba el condado de Sicilia.
La iconografía la presenta como ermitaña o bien revestida con hábito agustino. Sus principales atributos son: una corona de rosas, en alusión a su nombre; y un crucifico y una calavera, por su ascesis.
Según el sacerdote bolandista (colaborador jesuita que recopilaba datos sobre los santos), P. Juan Stilting, fue hija de Sinibaldo, el conde de Quisquina y Monte Rosa (actual territorio de Santo Stefano Quisquina y Bivona), y es descendiente de la familia de Carlomagno.
Rosalía fue educada en la corte, y por su belleza y bondad se convirtió en dama de honor de la reina Margarita de Navarra, esposa del rey Guillermo II. Pero siendo joven dejó su hogar y el palacio real para dedicar su vida a la oración y las mortificaciones, ocultándose en el monasterio basiliano de Santo Salvador en Palermo.
Como sus padres y un hombre al que la habían prometido querían disuadirla, huyó a una cueva cerca de Bivona (Sicilia) y más tarde a otra ubicada en el Monte Peregrino, cerca de Palermo, en la cual murió y fue enterrada.
Sus restos fueron descubiertos y llevados a la Catedral de Palermo en 1624. Se probó la autenticidad de sus reliquias un año después y por ello el Papa Urbano VIII incluyó su nombre en la lista del Martirologio Romano para el 15 de julio y el 4 de septiembre.
El día 15 de julio se celebra en Sicilia y otras partes de Italia una fiesta especial conmemorando el traslado de sus reliquias. El 4 de septiembre su fiesta la celebra la Iglesia Universal.
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